Cuando comencé a estudiar Actuaría en la máxima casa de estudios de mi país, me encontré con un reto del cual había sido advertido, pero no vislumbraba su alcance hasta empezar a vivirlo: matemáticas teóricas. El estudio del pensamiento lógico y estructurado que hay detrás de tantas herramientas que en el bachillerato y niveles previos se dan por ciertas, añadiendo las novedades que hay que desarrollar perfiladas al campo laboral; el universo de la proposición, lema, teorema, corolario y el método mitad ciencia mitad arte conocido como "Demostración".
Ese primer cambio de paradigma, tanto para actuarios como para matemáticos, físicos y científicos de la computación en potencia, es capaz de representar un golpe anímico tremendo, dado lo frustrante que puede llegar a ser haber creído que 'ser buenos en matemáticas' significa hacer cuentas rápido o tener un efectivo desempeño algorítmico, cumpliendo los pasos para llegar a un resultado, cuando la realidad, al parecer, es otra. "Mentira", es prácticamente lo que te dicen al entrar a la Facultad de Ciencias, saber matemáticas es saber construirlas, mediante las nociones de verdad o falsedad que los mecanismos del lenguaje lógico dado por la Filosofía te ofrecen; más que llegar a un resultado específico, una nueva labor ahora es comprobar de dónde viene y para qué casos se cumple un resultado general, volviendo aún más abstracto el estudio.
A pesar de haber tenido, académicamente, un muy buen comienzo en los resultados de mis primeros semestres, no me sentía preparado para enseñar mediante este enfoque, poniendo entonces en duda la iniciativa de seguir con algo como lo que en el bachillerato (parte I) me dio la satisfacción de emprender.
Antes de haber ingresado a mi carrera, estudiantes de la Facultad de Ingeniería ofrecieron cursos propedéuticos para las carreras del área físico-matemática, conformando en ellas un efectivo repaso de las bases en matemáticas de nivel medio superior, allí conocí a mi instructor y amigo Leonardo, Ingeniero en Computación espcializado en Ingeniería Biomédica, actualmente egresado con honores; dicho proyecto y personas como él me inspiraron a querer formar parte de un programa de cursos así, con un voluntariado, estudiante a estudiante y como antesala a la experiencia docente completa.
No obstante, preferí esperar al segundo año, en el primero había perdido parte de la confianza que me hizo actuar antes con mayor diligencia. Además de que en Ciencias, un proyecto similar de cursos propedéuticos apenas se organizaba y la convocatoria para ser instructor en él era prácticamente subterránea. Fue gracias a mi amigo Efraín, estudiante de Física, que la oportunidad surgió, pues le llegó la invitación a él, y como la modalidad curso-taller de los cursos en Facultad de Ciencias requiere de mínimo dos instructores por grupo, decidió invitarme. No tuve que pensarlo demasiado y acepté.
Entusiasmado, dos años después de mi experiencia como asesor de atención diferenciada, daba inicio mi faceta como instructor frente a grupo, con temario establecido para cubrirse en tres semanas. La demanda de ingeniería creció tanto que los cursos de ciencias también abrieron grupos con un temario enfocado al desempeño algorítmico para estudiantes de nuevo ingreso a Biología, Ingenierías y carreras de Química, Efraín y yo obtuvimos por sorteo un grupo con ese enfoque, nuestro inolvidable grupo 12.
Comenzar, con algo de nerviosismo, una experiencia nueva, descubrir todas las problemáticas que involucran preparar una clase: extensión, dinámica, dificultad y comprobación de que realmente tus estudiantes, apenas dos años menores que tú, estan entendiendo. Tareas, participaciones en el pizarrón, lluvia de ideas y cuestionamientos de ambas partes resulta de lo más fundamental. Mi propósito no era reflejarles sabiduría, más bien fue transmitirles empatía sobre su sentir con respecto al trascendente paso que estaban por dar, realmente hacía poco tiempo que me encontraba en su posición.
Fue un grupo muy ameno y participativo, ávido de conocer y de aprender más de lo que el propio temario sugería. Tanto gusto me dio conocer a cada uno de ellos, y me alegró tanto verificar en las encuestas de salida, realizadas de manera anónima y sin influencia nuestra, que ellos y ellas también se encontraron muy satisfechos con su experiencia, agradeciendo nuestra disposición.
Un año después, es decir, hace apenas un mes, Efraín y yo tuvimos la responsabilidad de instruir un nuevo grupo, esta vez, con el enfoque de Ciencias. Ahora conocimos futros Físicos, Matemáticos, Actuarios, 'Computólogos', 'Terrólogos', y Físicos Biomédicos; emocionado porque por primera vez me encontraba impartiendo el estilo teórico con el que comienzo a familiarizarme y que me ha mostrado un nuevo encanto de las matemáticas, apreciándolas por su forma más que por su fin.
Cada grupo es distinto, y esa enseñanza me la llevé de manera importante, el grupo 4 de futuros científicos me hizo entender que puede formar parte de un perfil nuestro más adepto a la abstracción y la introversión el hecho de que fuera un tanto más difícil romper el hielo con ellos, no obstante, se logró, y pudimos avanzar, obteniendo también resultados favorables en las encuestas de satisfacción y de sus propios comentarios, aún con la desafortunada decisión del sindicato de cerrar las instalaciones un día antes, haciéndonos concluir antes de lo previsto. En ambos grupos era necesario monitorear los avances y ritmos de cada uno de ellos, crearles el ambiente motivador para que comentaran sus dudas sin avergonzarse, sin Efra no hubiera sido igual, aprendí mucho de él también, así como aprendí de mis propios estudiantes, fortaleciendo la actitud de ir no sólo dispuesto a enseñar, también logré aprender y mejorar.
Leonardo, mi instructor de Ingeniería, me regaló el libro Calculus de Spivak por haber logrado un alto puntaje en participaciones de clase y tareas; Efraín y yo seguimos ese estímulo, recordando lo feliz que me hizo recibir tan útil obsequio; de esa forma Luís y Óscar recibieron libros de Cálculo para Ingeniería y Química; y en esta ocasión, Eduardo, futuro Científico de la Computación, obtuvo como premio otro Calculus de Spivak, he aquí una imagen de lo que representa ese material bibliográfico.
Fuera de broma, es un libro desafiante, pero necesario.
Compartiendo la alegría de conocer integrantes de nuevas generaciones, a ambos grupos les he transmitido el mismo pensamiento, una frase jocosa que encontré por allí: "No necesitan ser excelentes para empezar, pero necesitan empezar para ser excelentes." Ha sido un honor conocer e interactuar con cada uno de ellos, deseando que este haya sido un gran comienzo, un prometedor primer paso hacia la excelencia para todos, incluyéndome. Saben que cuentan con mi apoyo si posteriormente lo necesitan, dando mi esfuerzo para abrirles paso en su trayecto, porque la lealtad universitaria así lo manda, y porque el vínculo es innegable.
Gracias a todos: a Leo, por la inspiración; a Efra, por la oportunidad; a Sonia Cornejo, coordinadora, por su paciencia y liderazgo; y a todos y cada uno de los integrantes de ambos grupos por su confianza y perseverancia, será un gran orgullo saber sobre nuevos éxitos de ustedes.
Esta es la generación de los cursos Propedéuticos 2015 completa :)
Carpe diem.
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