¡Ha comenzado! ¡Ha dado inicio! Es el principio del fin. Llegó el inevitable, muy temido, poco esperado y nunca deseado momento donde dejar que la pereza gobierne nuestros atardeceres resulta en una culpa más grande, proporcional a su atractivo; el semestre se acaba, ya es hora de preparar café para varios días, dejar esperando a la seducción que cada noche nuestras camas nos hacen para meternos en ellas y dormir temprano, (de hecho, no sería esa la única seducción que dejemos esperando sentada y molesta) llegó la hora, insisto, de atiborrarnos de copias con apuntes ajenos -porque los nuestros nunca serán suficientes-, de reaundar contacto con aquellas almas caritativas que, admitámoslo, sólo recordamos cuando necesitamos ayuda... Es ya menos frecuente para mí ser una de ellas, pero cuando puedo serlo para alguien, me siento en total equilibrio con el universo y con libertad de decirle a alguien más "¿me pasas tu primer tarea?, ¿me explicarías este tema? ¡Auxilio amigo!" y demás amenazas a la autoría intelectual.
Pero pensándolo bien, aunque no puedan ser nunca la mano que apoya, ¿qué importa el equilibrio universal? ¡Importa salvar las materias del semestre! A promover el cooperativismo en su legal proceder, bien dice el dicho "lo más importante no es saber, sino tener el teléfono (y contacto en facebook, correo electrónico, y todo cuanto se invente) del que sabe." Claro está el no tomárselo personal si la ayuda no llega de algunos, recordemos que las fechas de finales son un mal común, no particular.
Porque todo lo que pudimos hacer durante el semestre lo hemos dejado para las últimas semanas, no hay marcha atrás, nos ha llegado esa hora. A la mayoría nos gusta las emociones fuertes, se deriva en un arreo de aproximados veintiún días para sacar proyectos, tareas, exámenes, tareas-examen, y todo aquel instrumento de tortura que imponga el caprichoso mundo docente.
Nada de esto se compara a la carga de trabajo que se da a diario o en períodos más pequeños que un semestre en el entorno laboral, lo que muchos llaman "la vida real", la sutil diferencia es que en estos momentos, para muchos de mis amigos y su servidor, la vida real es nuestra vida académica: un laboratorio donde si fallas, "total, hay repo", "total, hago final", "total, la recurso", "total, la paso en extra", una cantidad de 'totales' mayor a la que suele haber fuera de las aulas, donde si a la primera oportunidad fallas, en algunos lugares y con algunas personas, esa habrá sido también tu última oportunidad. Por esa razón, muchos de los dramas que pueden desatarse ante períodos frustrantes y rachas de fracasos en el final de semestre son auténticas tormentas en vasos de agua, porque hay oportunidades, tiempo, y gente que pueda ayudarte, todo está en saber pedir ese apoyo.
Otro aspecto que vale la pena recalcar es lo que realmente se aprende: ¿hemos tatuado en nuestro cerebro todos los temas que estudiamos? No necesariamente, incluso es algo triste aceptar que, sobre todo a final de semestre, mucho de lo que debamos analizar, memorizar y retener, rápidamente se encamina al olvido hasta nuevo aviso, mientras, cumplió su función de "al fin la libré". Es triste, no es lo ideal, pero tampoco me parece malo, lo más útil que se puede aprender de este tipo de experiencias es el cómo resolviste el problema que tuviste enfrente: aprobar. Porque entonces te hiciste de estrategias para superar situaciones a futuro, sin dejar que te rebasen, y entre mejor fue tu método, más podrías aplicarlo en otros entornos.
Hay muchas maneras de resolver el problema particular de aprobar, incluso en la clásica idea de "estudiar duro" hay ya varias vertientes ¿solo? ¿en equipo? ¿con anticipación de semanas o minutos? ¿a través de libros? ¿usando internet? Y demás asuntos que lo vuelven más diverso de ejecutar y a veces más complicado de decidir.
También está el hecho de "hacer trampa" Uy, ouch, además del dilema moral que nuestros Pepes Grillo estarían dispuestos a esgrimir con o sin éxito en nuestras cabezas, aplica lo que antes expresé, ¿será un buen método para andar por la vida resolviendo tus problemas? ¿qué tan efectivo será y cómo evitar que hacer trampa te robe estrategias alternas? Y vaya que conozco a quienes son masters pasando por encima de las indicaciones del profesor, haciéndose de ventajas ocultas para salir con buenos resultados... Lo sé, la letanía de "la cultura del mexicano" es un argumento lastre que derriba la posibilidad de ver el lado positivo de estos mecanismos, pues hay de trampas a trampas, desde el acordeón hecho a base de horas de estudio y esmero con el fin de salir al rescate en momentos donde el nerviosismo marchita lo que en esas horas se cultivó en la mente, hasta el "pásame la uno" de alto riesgo, ir sin saber nada y esperar obtenerlo todo de tu alrededor: a veces funciona, a veces no, he visto finales trágicos de intentos fallidos y descubiertos por el indignado o divertido maestro, según sea lo vergonzoso del caso.
Otra actitud es la de ser "globero del promedio" que a base, no de dióxido de carbono ni helio, sino de preguntas, revisiones, reclamos, ruegos y súplicas, va inflando su calificación hasta el "sí, sí, ya te dije que subes a 10". Requieres de cierta diplomacia para lograrlo, entender los límites dependiendo de la persona encargada de ponerte el numerito, además de procurar no dejar de ser un globero honrado para convertirte en alguien que propiamente "chilla una calificación", eso sí es desproporcionar la representación de ese valor numérico, además de cuestionar la dignidad propia; y aguas con caer en premisas como la de "¿por qué a fulanito sí y a mí no?" Nunca sabes cuándo tendrás como respuesta el "tienes razón, bajaré el puntaje de fulanito" y en un dos por tres ya te ganaste de enemigo a alguien tan popular como Fulanito de tal.
Esa última parte, ya sea accidental o intencionada, es la que más detesto de las estrategias a tomar: hacer que otros no logren mejorar. ¿Es tanta la sociopatía? ¿Qué ganas con eso? Comúnmente, lo más que te ganas son mentadas de madre, la clase de premio que todos quisieran para su sarcasmo, además de que esa actitud va en contra del cooperativismo que al principio promoví, ¿cómo no me va a dar gusto que haya gente mejor que yo? Tengo en esa gente algo por aprender, no pugnaría por bajarlos a mi nivel si yo no puedo subir también, siento lástima por quienes lo consideran una ofensa personal... En realidad, siento más que lástima, porque es la clase de gente que despierta en su humilde servidor, que es alma ocasionalmente caritativa y sin repudio por el éxito ajeno, el deseo de dulce venganza y el insano gozo de verles frustrados sus planes de inflar su propio numerito. Caer en las rencorosas garras del colectivo es algo que los chilladores pinchadores de globos deben enfrentar como parte del proceso natural.
Entre todo el menú de opciones, lo primordial es hacer algo, a veces esta temporada transcurre rápido, es capaz de rebasarte, tomarte desprevenido en tu letargo mesosemestral y la caída entonces será inminente, no hay que dejar de lado que, si bien el numerito de tu historial no necesariamente refleja tu nivel de preparación (coff coff, profesores Barcos), el promedio es la llave para entrar en varias convocatorias posteriores con el fin de mejorar tus condiciones y hacerte de nuevas experiencias, además de que el orgullito odia al conformismo excesivo, por lo tanto, esta es la hora de actuar, de estresarse un poco, de tomar al toro por los cuernos y de trabajar lo más duro posible para sentir que realmente es merecido nuestro descanso, ya falta menos.
Por lo pronto, su servidor concluye. Muestreo, Procesos Estocásticos y Estadística no se van a aprobar solas, volveré después de haberme entregado al placer de aprender, ya en este nivel, satisfacciones como esa no pueden desaparecer, es hora de volar.
Carpe diem, "que la fuerza los acompañe", "que la suerte esté siempre de su lado", "que comience el juego", "Let it Be", y todo lo aplicable en esta temporada.
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