"Me gustas mucho, chico guapo y listo, pero me gustas para algo serio, no para las aventuras que todos hemos llegado a tener."
De no ser por mi experiencia previa con "La fiera herida" (véase: No me puedo quejar) esas palabras me hubieran hecho despegar los pies de la Tierra y llevar mi idealismo directo a la estratósfera; quizá el desamor es útil porque te hace pensar más en frío para las situaciones siguientes, en todo caso, lo que hice fue sonreirle y responder:
"A saber, veremos qué pasa."
Un abrazo, un sorpresivo beso y una divertida aventura (curiosamente) fue la que tuvimos momentos después, en su casa, a contrarreloj y jugando a escondernos de la inminente llegada de su familia. Fue muy gracioso, aunque breve e incompleto, haber tenido ese tipo de escape, el de las travesuras cariñosas.
Después de eso continuamos contactándonos; después vendría el final de semestre y desde luego, ya no iban a ser con la misma frecuencia nuestras charlas, de hecho, mientras la temporada de exámenes proseguía, conocí a otra persona que muy fácilmente se desesperó ante mi primer negativa de salir en esos días; perfecto, mientras más pronto saquen el cobre, menos tiempo perdemos los dos.
No obstante, todo parecía prudente con quien "le gusté para algo serio" agradeciendo su paciencia seguíamos conviviendo. Resulta que estaba buscando trabajo y por fin iban a darle la oportunidad, desde luego le mandé mis felicitaciones, deseándole mucho éxito. Siempre le gustó que fuera tan atento con su sentir y sus planes.
Un lunes iba a ser su primer día de trabajo, al día siguiente yo iba a tener mi último examen parcial de Análisis Matemático, famoso por ser el más difícil; dadas las circunstancias acordamos que mejor celebraríamos su nuevo empleo y el final de mi materia para el fin de semana, le envié un mensaje por la mañana del lunes con muy buena vibra para su primer día, mientras me encontraba dispuesto a estudiar duro para mi examen, necesitaba acabar de entender la complejidad de los encajes de Sobolev y sus aplicaciones en ecuaciones diferenciales.
Regresé temprano de la universidad, era día de permanecer en casa repasando, cuando en el camino de regreso, ya muy cerca de mi destino, recibí su llamada.
-Hola! Cómo estás?-
-Hola, bien, algo presionado por mi examen de mañana, ¿qué tal tú? ¿cómo estuvo tu primer día de trabajo?-
-Muy bien! Qué lindo, gracias por preguntar, saldré temprano esta semana porque es sólo de capacitación. Oye, ¿no te gustaría acompañarme un rato?-
Por favor, los días que quieras... Menos hoy
- Me apena mucho, dejémoslo para después, me ha caído el veinte de que aún no he entendido este tema y necesito estudiarlo a fondo en lo que me queda del día.-
-Pero si tú eres muy listo, ándale, ¡Sólo quince minutos! 15 mins. Y ya.
Después de algunos segundos haciéndome del rogar dije:
-Está bien, 15 minutos y nos vemos en 10, pero en serio sólo puedo quedarme ese tiempo ¿vale?-
-Sí, prometido. -
¿Por qué tanta insistencia para tan poco tiempo? ¿Habrá una sorpresa de por medio? Espero que sea buena, tal vez quiera decirme algo importante, no sé, realmente no llevamos mucho tiempo conociéndonos... Bueno, he de insistir: veremos qué pasa.
Nos encontramos justo afuera del edificio donde vivía, sacó a pasear a su mascota, platicándome un poco sobre cómo fueron las experiencias de su primer día, nos encaminamos hacia su puerta, justo para darse cuenta que había dejado sus llaves adentro.
-Y acaba de salir mi hermano, no tengo forma de entrar, ¡ay no! siempre me pasa algo así contigo.
-Te doy mala suerte ¿eh?-
Le di palmadas en la espalda mientras veía qué se me podría ocurrir para solucionar su problema.
-Qué lástima que no vivas en planta baja, de ser así podríamos meternos por la ventana.- Le dije.
-Mira, la vecina de abajo me deja treparme a mi ventana desde el enrejado de la suya, y justo si nos vamos a un costado del edificio puedo entrar por fuera.-
Cuando salimos del condominio y llegamos a ese lugar se vio con otro problema: su ropa ajustada no le daba oportunidad de escalar la protección de la ventana para alcanzar la suya.
-Es algo un poco descabellado, pero podrías ponerte mi pantalón para subirte, nunca los uso ajustados y creo que te queda.- Le sugerí.
Reímos con la idea, pero pronto se dio cuenta que era realmente la única manera de lograr entrar a su casa. Finalmente, a la voz de "Vámonos a la azotea, allí donde nos besamos, y nos cambiamos entonces" pusimos manos a la obra, yo debí esperar arriba, ciertamente no me quedaba su pantalón y lucía bastante gracioso en el intento, me dio su iphone y su ipod para que no le estorbaran, y bajó con mi pantalón puesto rumbo al ventanal de su vecina.
Mientras esperaba, luché por no ser indiscreto, y a punto de ganar estaba, cuando su teléfono recibió un mensaje. Los usuarios de iphone saben del muchas veces infortunado mecanismo por el cual se muestra en pantalla el mensaje recibido inmediatamente, quieras o no leerlo en ese momento.
"Te quiero más que a nada: (besos y corazones)"
Sonreí con aire de "¡ajá, te atrapé!", estoy seguro que no querría que yo viera esto, dada su foto, el remitente podía más ser una pareja potencial (o formal) que una amistad o un familiar.
Después de reflexionarlo, llegó otro mensaje: más besos y corazones. Hey, lo está haciendo bien, asumo yo.
Escuché mi nombre bajo la azotea, listo, ya había podido abrir la puerta.
-Genial! Ya no te quedarás afuera hasta tarde, oye, eso tomó los 15 minutos contemplados, discúlpame, lo dejamos para después ¿te parece?-
-Pero si acabas de llegar, -respondió con voz melosa- ándale, mira, piénsalo en lo que te devuelvo tu pantalón.-
-En verdad no puedo quedarme mucho tiempo, oh, a propósito, aquí tus iphone y ipod. Te llegó un mensaje.-
Lo recibió con naturalidad y al revisarlo, el mensaje seguía exhibido en la pantalla principal, marcado como no leído.
-¡Ah! es alguien que está duro y dale que seamos novios, pero no vive en la ciudad, está lejos de aquí, entonces no tiene sentido.-
-Bueno, es como la amiga de la que me platicaste, a quien le ayudé a escribirle una carta para su novio a distancia, ella tenía la esperanza de que siguiera funcionando.-
-Pero no funcionó, y la que esta persona pretende, tampoco, y es que a mí no me gustan las relaciones así- Me decía mientras se quitaba mi pantalón- Me gusta la cercanía, como la que tengo contigo.-
Y tomándome desprevenido, me besó, tal y como en la ocasión anterior escondidos en la azotea. Parece que no es difícil tenerme desprevenido, eso no habla muy bien de mí. Y aunque fue agradable su arrebato, sus manos acorralándome sugerían que no iba a conformarse con eso. Ya llevaba media hora allí cuando habíamos prometido sólo la mitad del tiempo: debí imaginarlo.
-No quisiera que empecemos algo que no pueda terminar, vamos, reanudemos otro día.- Traté de decirle apartándome un poco, pero resistiéndose a eso, me susurró al oído:
-¿Te confieso algo? No he intentado llegar al clímax desde que nos vimos por última vez, he estado conteniendo mis deseos.-
¡De eso hacía semanas! No sabía si mirar su caso con halago, incredulidad o lástima; la tercera ganaba en una votación cerrada.
Llegados a este punto pensé que entonces bastarían sólo algunos minutos para saciar sus ansias: dicho y hecho. La votación se emparejaba aún más cuando su explosión sexual resultó casi exagerada, tal vez no mentía.
-¡Cielos! Me relajé al máximo, vaya. Nunca me había pasado, ¿tú te has sentido así?-
-A veces, siempre es relajante la fase posterior al orgasmo, déjame recordarte que aún no llego al mío, así que vamos a aplicarnos.-
-Muy bien... Sí, en verdad hasta me dio sueño, supongo que fue de tanto esperar, no sé, me hace pensar en cómo llega la demás gente, por ejemplo, las lesbianas, ¿Has visto porno lésbica? Yo sí, y por más que lo intento no logro entender cómo alcanzan el clímax...-
-No- respondí- no he visto pornografía de lesbianas y en particular no me funciona pensar en esos aspectos cuando busco excitarme.- Le dije, con cierta tranquilidad
-Ah sí, perdón.- Me tomó de nuevo, pero esta vez con mucho menos vigor y mayor pereza que antes de su estallido.
Y volvió a su discurso.
-¿No te gusta platicar mientras lo haces? A mí sí, no sé por qué, aunque no había charlado antes me dieron ganas de platicar, creo que depende de la pareja, es que he tenido parejas que no muestran físicamente ninguna señal de excitación, una sí me dijo, "no vayas a tocarme" fue raro, ¿por qué crees que haya casos así?-
-No lo sé, pero pensar en las afecciones psicosomáticas de tus exparejas tampoco me ayuda a excitarme.-
-Es verdad, es que te pregunto estas cosas porque eres inteligente, tienes mucha educación, yo no sé cómo responderlas, pienso que la calidad de la educación tiene mucho que ver para que cada uno reflexione sobre las...-
Ahora llegamos a este otro punto, en el que tanta verborrea me enfrió, a tal grado que volví al mundo real, saliendo del paraíso sexual por la puerta de atrás: en mi mundo real tenía examen mañana, en mi mundo real ya llevaba cerca de una hora en ese lugar sin lograr nada en mí cuando podía estar estudiando efectivamente; pero más importante que contar los minutos, más importante que los temas que no sabía, en el mundo real alguien estaba rompiendo una promesa, y no le importó que yo tuviera planes, impuso los suyos sobre mi ingenuidad.
-Es todo, en verdad me quiero ir, de cualquier modo tardaría más en llegar.-
-¿Cómo? Vamos, quédate otro rato.-
-No- respondí -tengo cosas por hacer.
Me levanté y me dirigí a la puerta, tratando de disimular molestias con una sonrisa, acto poco creíble en realidad; se levantó tras de mí y en ese momento volvió a sonar su celular.
-Ya contéstale, no hagas más larga su espera.- Le sugerí, con cierta cándida ironía.
Obtuve una risa suya y un "¿¡No vino el celoso!?". Mi impulso de reirme fue más sincero esta vez, en verdad no quería armar un drama, pero el comentario estuvo tan fuera de lugar que lo encontré cómico, si se hubiera desempeñado mejor estimulando mi deseo en lugar de mandarlo a dormir, tal vez podríamos hablar de celos, pero no le quedaba, en lo absoluto, ese papel, dados sus insatisfactorios resultados.
Después de sonreir de nuevo, lancé la estocada:
-Es un mal momento para creer que hay celos-
-Perdón,- se apresuró a decir, con su tono ciertamente meloso- la próxima vez empiezas tú.-
¿Sexo por turnos?... ¿Próxima vez?
-¿No me acompañarás a la salida del condominio?- Terminé preguntando, evadiendo su propuesta.
-¿Qué tal si se me cierra de nuevo la puerta?- Respondió y sonrió por su ocurrencia.
Se empeña en hundirse, rápidamente. suspiré con una sonrisa mía que reflejaba el pensamiento de "no me vengas con eso" y salí de allí.
Llegando a casa no quise pensar más en lo sucedido, no obstante, vi un mensaje suyo:
"Eres muy inteligente"
Viendo la hora, lo escribió mientras yo salía de clases, después de haberle escrito que me inquietaba el examen del siguiente día, me desconecté y ya no pude recibirlo hasta ese instante. Le respondí que apenas había visto el mensaje y que le agradecía por sus palabras.
Minutos después recibí caritas tristes y un "Perdóname".
Luego de pensarlo, decidí sincerarme un poco, tratando de leerme más sereno que molesto, pero frío:
"Me sentí usado, ¿sabes? :(
Ni bien terminaste, ya no te interesó procurarme."
"No era la intención". Respondió
"Por favor, procura ser más atento en ese aspecto, te servirá para futuras citas." Le sugerí. "Me pondré a estudiar, ¿ok?"
Caritas tristes de respuesta.
"Que tengas muy buena tarde". Me despedí, y me respondió con más caritas tristes.
Y... eso fue todo, no volvimos a contactarnos. Lo bueno era que le había gustado para algo serio. ¿Qué habría sido de mí si me hubiera tomado a broma?...
De eso hace poco más de un mes, y creí que ese iba a ser el final de esta entrada, pero resulta que hace muy pocos días volvió a contactarme; cordialmente respondí, pues evitar saber de su existencia nunca fue mi plan, hizo hincapié en el tiempo transcurrido, asumiendo esperable que yo ya no quisiera hablarle. Me admitió sentir el riesgo de que yo no contestara, "ya ves que no, todo estaba en que te animaras a escribirme" le envié. Y de manera más completa, volvió a ofrecerme una disculpa.
¿Aceptar la disculpa? Sí, claro ¿por qué no? todos cometemos errores, y apreciando un poco más de iniciativa en sus palabras no tenía ni quería tener razones para no perdonar. Así que, dejando lo pasado en el pasado, continuamos con la conversación.
No sé si sigo gustándole para algo serio, no sé si tan siquiera recuerda haber dicho esas palabras, pues uno de mis mayores males es memorizar mejor lo dicho por alguien más que la propia persona en cuestión, sin embargo, no pienso preguntarle; realmente esto no me apresura a nada, ni pretendo presionar al respecto, estoy abierto a la posibilidad pero no deseo aferrarme a ella.
El camino de mi mente y mis decisiones en esos lares del sentir y ser sentido, un camino patrocinado por Pajarillo, mi último noviazgo y la fiera herida, me ha invitado a aprender que debo ser capaz de querer sin necesitar, de disfrutar sin sentir culpa, de decir "adiós" y "hola" cuando sea prudente. Entonces, en este caso y con esta simpática, atractiva, un tanto despistada y egoísta persona, el discurso mío que le plantee al principio, no cambia:
"A saber, veremos qué pasa."
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