sábado, 18 de abril de 2015

CARCAJADAS DE UN VIERNES FRUSTRADO

Se acerca la noche del viernes, maldita sea, ¡hay que portarse mal!

"Ya es tiempo de que yo también me vaya a divertir,
tengo con qué, busco con quién,
ya quiero sonreír..." [1]

Lo mejor de todo es que ya tenía con quién, y tal "quién" resultaba de lo más estimulante, un boleto todo pagado a la diversión y al gozo, pactando de dar, en aquella tarde-noche, rienda suelta a los sentidos .

Después de un delicioso moka frío y gracias los precisos cálculos de mi amiga, me di la oportunidad de ir y dejarla a su destino para volver al punto de encuentro de mi siguiente cita con total puntualidad. Sabía que estaría saliendo de trabajar, dimos un intervalo de llegada posible para considerar los contratiempos laborales, el tráfico, la lluvia, etcétera. Se comprende un poco de espera.

Pero pasó media hora, cuarenta, cincuenta minutos... Y nada, ni un mensaje. Con lo que me encanta que me hagan esperar. Decidí marcarle, escuchando con la débil señal que permite el metro que "en diez minutitos estaba conmigo."

Diez minutitos traducidos en otra media hora, algo anda mal con su espacio métrico. La situación comenzaba a empeorar: fue acierto mío el hacerme de una botellita de agua, por aquello de que el moka frío y dulce provoca sed después; pero el agua y el húmedo temporal hicieron su efecto, entonces me entraron unas terribles ganas de ir al baño, pensé que no soportaría el camino y me encontré en una encrucijada: "¿y si busco un baño público cerca? ¿pero qué tal si justo en ese momento llega, y al no verme se va?" El bailoteo no se hizo esperar, literalmente estaba atrapado entre dos necesidades fisiológicas.

Hasta que finalmente llegó, sonreí por ello, no obstante, lo primero que le pregunté fue: "¿sabes de un sanitario por aquí cerca?"

Ante su respuesta negativa, comenté, "bueno, puedo aguantar el trayecto, ya cuando salgamos de aquí busco ese baño." Y así nos conducimos juntos a los andenes que, por supuesto, ya estaban atiborrados de gente: coincidimos con la hora pico.

Quienes usan ese transporte público saben lo Espartano que puede llegarse a tornar, ya ansío ejercer mi profesión cuando termine la licenciatura y con los recursos hacerme de un automóvil, no planeo depender toda mi vida del sistema de transporte colectivo, sobre todo por días como aquel.

Entramos a empujones y casi sin voluntad, quedamos muy separados, sólo con la mirada nos seguíamos y con ello nos calmábamos, entre tanto ajetreo y aglomeraciones llegamos a una estación donde muchos usuarios salen y entran. Al estar tan cerca de la puerta consideré prudente salir del vagón para no estorbar: típico, ya no pude entrar; pero fue más alarmante de lo que pensé, porque mi mochila sí estaba adentro, y con una sola mano la tenía detenida. Tratando de entrar con ella, (acomodándome cual ladrillo largo en juego de Tetris) el tipo más próximo a la puerta tuvo la brillante idea de atravesar su brazo, impidiéndome la entrada. ¡Maldito!

Busqué con la mirada a mi atolondrada compañía, dentro aún del vagón, y con señas le dije "nos vemos allá, me subo en el siguiente." Asintió. Un problema menos, ahora necesitaba sacar mi mochila de allí, estaba furioso con el individuo que atravesaba su brazo, él ya estaba dentro, sólo lo hacía por fastidiar. Resignado a ya no entrar, logré sacar mi mochila mientras las puertas comenzaban a cerrarse lentamente hasta atorarse con la mochila de aquel sujeto que me impidió entrar al vagón. "¡Ahora va la mía!"

Como buen samaritano empujé su mochila para que liberara el cierre de puertas, hasta que... Oops, mi mano, empujando su espalda, de algún modo terminó en su cabeza, sorrajándole un manotazo. Las puertas habían cerrado ya, intentó voltear para ver quién se había atrevido a darle ese zape, pero enlatado como sardina, no podía moverse tanto para ver mi mirada triunfal. ¡Lo sé, lo sé! Fue muy animal de mi parte, pero ¡ah, qué liberador y cuánta adrenalina salió del travieso desquite! Comprendan por favor, con una espera extensa y una vejiga llena, la paciencia no podía ser tanta.

Justo al siguiente tren, entré sin mayor problema. Varias almas vagabundas allí también buscaban improvisar su viernes, queriendo extenderme su invitación, a la cual me negué. "No, no, no, ya alguien me está esperando."

... Sí, claro.

Al llegar al segundo punto acordado, simplemente no estaba allí. Culpando a mi miopía entre tanta gente alrededor, me dispuse a marcarle:

-¡Hola! Ya llegué a la estación, ¿dónde andas que no te veo?

-Ah, hola, ya estoy camino a casa.

!!!

-¿Eh, por qué? Viste que me sacaron del vagón, pensé que me esperarías. ¿andas ya muy lejos entonces?- Pregunté.

- Sí, vi que ya no te dejaron entrar, pero pensé que ya no llegarías y  mejor me fui. ¿Qué te parece si mejor nos vemos mañana?-

-Mañana no tengo tiempo, mañana no es viernes, se suponía que íbamos a vernos hoy.-

Silencio.

Colgué.

Acto seguido, solo en esa estación, comencé a reír. A reírme de mí mismo, a reírme como idiota, mientras pensaba "Eso te pasa por ser tan improvisado, mira qué tamaña estupidez: tu vejiga y tú esperaron cerca de hora y media a su llegada... ¿¡y esa criatura de intelecto semihumano no pudo esperarte al siguiente tren!?" No culpo a nadie más que a mí, por mi tonta bonachonería, incluso creo que le debo un favor al tipo del sape por impedir mis planes con alguien que no valía más que mis carcajadas. ¿planear algo contigo otra vez? ¡Ni a misa! ¡Ni hoy, ni mañana, ni nunca!

Y bueno, ante mi aparente buen humor, alguien correspondía mi sonrisa sin darme cuenta, se acercó a mí y me dijo: "oye, qué bonita sonrisa tienes"

*Ya la armé.* ¿cómo va esa canción de Café Tacvba? "No me hubieras dejado esa noche..." [2]

La plática se tornó interesante: genial, recién egresó de Ingeniería Eléctrica, también defiende la importancia de las matemáticas, lástima que estaba preparándose para irse de viaje con su familia esa noche rumbo a Veracruz, fortuna que coincidiéramos en casi todo el resto del camino para seguir charlando.
Luego de tocar el tema de infortunios graciosos, le conté la peripecia absurda que acababa de vivir. Puso su mano en mi hombro y me dijo: oh, mi buen amigo, me ha pasado algo similar hace poco, te cuento:

(sonido de arpas)

Ya sabes, -comenzó- un encuentro casual tranquilo, de esas miradas que coinciden, intercambiamos números para estar en contacto, de tal manera que me comuniqué, escribiéndole, para romper el hielo, saber de su vida, sus gustos, lo básico. A lo que me respondió, con estas palabras: "a mí háblame al tiro, cuándo y dónde cogemos." Eso no me gustó, le dije que aún vivía con mi familia y no tenía esa flexibilidad de tiempo, tras su insistencia en pasar noche y día completos. Terminó diciéndome:

"Entiendo, no puedes. A la chingada entonces, un gusto."

Desde esa ocasión me juré que jamás volvería a pedir contactar a alguien de esa forma, tonto yo si vuelvo a pasar por algo así. No, prefiero que la casualidad haga su labor.

Me gustó su reflexión, y le hice saber que había sido una conclusión muy positiva, finalmente ese choque de expectativas te hace encontrar el vacío en ciertas personas. Por la contundencia de sus palabras le dije:

-Seguramente eso también aplicará conmigo, dejemos entonces que la casualidad nos reúna eventualmente.-

-Claro que sí, ¿y sabes algo? me alegrará mucho que me reúna con alguien tan agradable como tú.

Deseándole un buen viaje con un abrazo cordial, nos separamos rumbo a nuestros hogares.

Fue así como la idea de un viernes para portarse mal, terminó siendo un viernes para aprender lecciones. La risa volvió a aparecer para mí al recordar lo opuestas que resultaron las situaciones, y al final me encontré sin mejor compañía que la mía (y la de mi vejiga llena, seguro las vías urinarias me reclamarán mi osadía).

No puedo negar que me divertí carcajeándome de mí mismo, asegurándome también lo siguiente: tonto yo si vuelvo a pasar por algo así.

Así concluyen las carcajadas de un viernes frustrado.

***TELÓN***


Comparto la música que referí en el texto:

[1] Abuso. Daniela Romo, jejejeje:  https://www.youtube.com/watch?v=e_AlOS3X3Hk
[2] Esa noche. Café Tacvba: https://www.youtube.com/watch?v=mcCeVOTcy60

("Mi soledad, siempre he pertenecido a ti" ... Hasta el final quedó perfecto. )

[Extra 1]  Holy Water. Madonna ("Bless yourself and genuflect")
https://www.youtube.com/watch?v=4IGw5kdoUhg

[Extra 2] Lover to lover. Florence + The Machine

https://www.youtube.com/watch?v=scTKUToiQ-U

"No salvation for me now,
no space among the clouds,
and I feel I'm heading down.

... And that's alright!"

lunes, 13 de abril de 2015

NUESTRO SOLEMNE DESCONCIERTO

Para efectos de esta lectura se define lo siguiente:

Sensei.- Mi profesor de psicología en el bachillerato, y mi gran amigo, a quien va dirigida esta narración epistolar.

Desconcierto.- Nombre dado por mi Sensei al evento que él mismo organiza, donde deja a un lado la rutina docente para subirse al escenario y cantar con su banda de rock, integrada por exalumnos, amigos suyos y algunos alumnos de sus cursos, dos veces al año se celebra, y en la carta describo mucha de su esencia.

605.- clave del amado grupo en el que estuve inscrito en mi último año de preparatoria.

Paramecio.- mote dado por mi Sensei al 605, cada uno de los siete grupos a quienes  él imparte tiene uno distinto. "Brrprrrbrrrbprrr!" (Vibración labial con tono agudo) es nuestro saludo, ha pasado de ser un simple apodo a convertirse en un curioso e inolvidable símbolo de identidad. Recibí de mi Sensei el título "Paramecio Supremo" al final del año, así de orgullosos nos sentimos el uno del otro.

Sin más preámbulos, comenzamos.

Soberano Sensei, he aquí la épica del panegírico nuevo:

Estaba demorándome bastante en terminar mi examen, esa materia me ha resultado titánicamente difícil, y justo el día que he esperado tanto desde el Desconcierto de despedida de mi generación, día que, semestre tras semestre, se ha visto aplazado por una agenda escolar apremiante, nuevamente parecía no cumplirse. Sin embargo, un respiro más, un lapso provechoso de concentración y logré terminarlo, bien, tal vez sí logre llegar al nuevo Desconcierto en su aniversario número veinte.

Saliendo 12:50 pm, a toda velocidad de ciudad universitaria, a sortear el tráfico y las pausas del metro... El destino obró a mi favor, pero justo cuando pensaba en eso, recordé que la última vez que visité la preparatoria terminé peleándome con los vigilantes de la entrada por haber percibido un franco aire de prepotencia de su parte, dando con ello un mal trato a mi profesora de Dibujo. Rayos, la pluma que me dieron para anotarme en las listas terminó ese día en el suelo, juro que no lo hice a propósito, pero seguro pensaron lo contrario. Cada mañana cuando yo llegaba a la prepa gustaba de saludarlos, algo que no todos hacen, cuán irónico (y muy probable) sería que sólo llegaran a recordarme por el incidente de aquel día.

Podrían simplemente acordarse, ubicarme mientras me veían intentando entrar de nuevo y los imaginé gustosos de ser capaces de impedírmelo, entonces corrí, temiendo mis marañas, era 1:57 pm cuando me encontraba justo afuera del lugar que durante tres años había sido un palacio para mí, mi santuario: mi preparatoria. Desde ese trayecto, muchos sentimientos y recuerdos los sentí como una oleada en mi mente y corazón, pero debía entrar rápido, estaba a tres minutos de comenzar el evento y quizá ya no pueda ingresar al auditorio.

No tengo queja, tuve suerte, el abogado y el secretario particular estaban allí en vigilancia, reconociéndome para mi sorpresa, hacía tanto que no los veía. Aunque no soporto al primero y con el segundo sin pena ni gloria, ambos me tienen en alta estima, ello me hizo entrar sin mayor tiempo que perder, me alegró mucho ver a la profesora de Geografía apoyándote, me hizo sentir en casa.

Fue de esa forma como, al ocupar mi asiento en el auditorio que en diez ocasiones hice mío en las obras de teatro, ver a la banda, a ti, a tus nuevos viejos alumnos, supe que me encontraba en el mejor lugar, con las mejores personas. Invadido de tantísimas emociones me dí cuenta que, aunque era mi tercer desconcierto (o mi cuarto evento presenciando lo que organizas por y para nosotros, contando el que verdaderamente inició nuestra amistad: "Mis canciones... mi poesía") , fue el primero en el que mi perspectiva tenía distintos matices, una posición distinta por ser egresado: los grupos, su sentido de pertenencia, la forma en la que el ambiente se construía, desde luego que yo era parte de ellos, pero mi condición era diferente. Ahí fue donde descubrí una razón que sustentó mucho de mi fervor por estar allí nuevamente, además de reunirme en cuerpo presente con algo de lo más valioso que se ha quedado dentro de mí: necesité ver por mí mismo que un proyecto tan majestuoso como el tuyo seguía surtiendo el efecto deseado en las generaciones siguientes a la mía, tuve miedo al pensar en encontrarme con la insensibilidad, la ingratitud o la simple y llana falta de interés de ellos en algo que dos veces por año, desde hace veinte, haces para su disfrute, aún cuando eso te represente ir cuesta arriba en cuanto a carga de trabajo y esfuerzo se refiere.

Me alegra tanto haberme equivocado, que me enojé conmigo por haber pensado siquiera en la idea.

"...Hoy que la luz ya se ha agotado
y lejos me he ido,
para encontrarte,
te busco en la oscuridad
con ansias de libertad.

             -. Fragmento de "Lejos", autoría de mi Sensei, de "Mis canciones... Mi Poesía"

Admito que he venido de una racha desfavorable, ciertas dificultades familiares grandes que han llevado a que mis padres tengan el plan a mediano plazo de continuar nuestras vidas en otro lugar por motivos de salud y tranquilidad; un noviazgo llegado a su fin en enero (mucho respeto y buenos términos, pero una inevitable tristeza), y el haber puesto mucho empeño, fe, dedicación y esperanza en el comienzo de una relación nueva que terminó más pronto de lo esperado, con su sencillo abandono y desdén, una historia que había comenzado con profundas ideas compartidas en cuerpo y alma, afinidad mutua, un carteo masivo, mucha música para orquestar el hallazgo, en pocas palabras, una historia así de especial y extraordinaria, acabó de manera tan común y tajante que aún me causa dolor al recordar los detalles. Todo esto en el marco de un semestre que me ha demandado un 150% en momentos donde me sentía a menos de cien... no me he dejado vencer por los problemas, he aprendido a sobreponerme y a ser más paciente, pero por tales motivos, si en algo se parecía este Desconcierto en mi vida al anterior, el de la despedida de mi generación, es que también lo sentí como un elemento clave para sentirme a salvo de tantas preocupaciones, sonreír de manera auténtica y revitalizar mucho de lo que sentí haber dejado agonizar en mí, lo sé, suena muy dramático, puedes ver que no he cambiado mucho en realidad después de casi tres años, sólo me he hallado envuelto en novedad, esas novedades me han puesto a prueba y tu invitación ha dado mucha luz en un camino que  empezaba a implorar por ella.

La coincidencia me hizo reír, justo una de esas canciones que yo dediqué para cerrar esa última relación que se había vuelto nociva para mí fue "The Scientist" de Coldplay, la primera que interpretaron ... claro, es un auténtico tema de despedida, uno de los mejores que se hayan escrito, esa mezcolanza de sentimientos iba inundándome más y más, la magia estaba empezando.

Entiendo tus observaciones sobre lo accidentada que llegó a ser la parte técnica durante el evento a causa de la marcha presurosa del tiempo en su preparación, eres tu más duro crítico en ese aspecto, mientras yo sigo con la idea estandarte de cambiar el "que pudo ser mejor" por el "qué mejor que pudo ser" por los obstáculos que a cada víspera de Desconciertos tienes que librar, y que a fin de cuentas logras. Ese ambiente  de literal hermandad es más difícil de conseguir que el sólo ir y hacerlo sin yerros, incluso una ejecución musical perfecta puede ser estéril si no transmite la energía para apreciar la vida, y en eso, amigo mío, tanto tú como los integrantes de la banda se especializan hasta el grado de hacerlo ver fácil cuando no lo es, créeme, los admiro tanto por ese poder,  nada más importaba en ese momento que el observar cómo iba, poco a poco, contagiándose esa satisfacción en cada espectador. Era un deleite verte a ti, y luego verlos a ellos en su apogeo.

Me sentí de 18 otra vez, en el 605 otra vez, saltando, gritando, canturreando y dejándome llevar por la música a sitios lejanos y sagrados, "Never too old to rock" supongo. 'Something' me recordó el Abbey Road que te regalé, disfruté tanto Pink Floyd, luego tocaron "Mi vida" y con ello hay que agradecer a DLD por haberla dotado con ese género. Debo admitir que el concepto rosado de Mago de Oz nunca ha sido mi favorito, pero fueron esos dos entre los temas más vibrantes en el auditorio, los más exitosos, los disfruté hasta el punto de replanteármelos... Cada peluca tuya y cada intervención verbal simpática, incluso la de la lamentable ranitidina (me hubiera gustado llevar una en mi mochila en lugar de tanto ibuprofeno y naproxeno para dártela) me reafirmaron cuán hábilmente resguardada sigue tu esencia, tu humor, tu calidad y virtud.

Te agradezco tanto: por hacerme subir al escenario, por reparar más de una vez en mi presencia, gracias a Gary "Molletes" por estar allí, lo volvió aún más extraordinario, esas cuatro canciones en las que él colaboró de tu repertorio en mis compilados siguen ahí, y nunca se irán. Al llamarme para el abrazo frente a todos, al tiempo que los Paramecios aparecían en la presentación con la que acompañaste el tema que cerraría el Desconcierto, toda esa increíble recepción de los 'chamacos' al vernos juntos sobre el escenario fueron el nirvana que mis días necesitaban, les has hablado de mí, me lo han dicho entusiasmados. Momentos en mi vida donde la palabra "perfecto" los describe como debe son pocos, y aquel fue uno tan valioso entre ellos que jamás habré de olvidarlo,  eso fue tan especial que no creía merecerlo, pero en verdad lo merecí, lo merecimos. Lo mejor de todo fue quedarme allí mirando de frente al nuevo público en su despedida, a quienes dediqué aquel honesto discurso en el anuario de su generación, para darme cuenta de todo, logré verme en ellos, ver a mi generación, a todas las generaciones ya no presentes, reflejadas en los sentimientos de una sola, eso prevalece con el paso del tiempo. Abrazos, lágrimas, alegrías, selfies por doquier, los clanes (Ñoños, Protoñoños, Moluscos, Paramecios, Batracios, Chinicuiles, Chubb-Chubbs) divirtiéndose juntos, ese fue NUESTRO MOMENTO, con el esplendor que esa frase tiene.

Las lágrimas caerían camino a casa, por tantas emociones encontradas, la melancolía se hizo presente como era de esperarse y aunque parecía volverse amargo salir de un lugar que extraño tanto, esa tristeza formó parte importante de mi felicidad por saber que todo seguía siendo así de maravilloso, así de intenso, con la promesa de volver. A Dios pido que nos deje llegar a noviembre para culminar los proyectos pendientes que tan entusiasmados nos tienen.

Eres único, Sensei, y es una bendición que continúes teniendo esas muestras de apoyo incondicional y entrega en tu labor. El cariño y respeto que los alumnos te profesamos es auténtico, porque tú te manifiestas así ante nosotros, privilegiados somos los que descubrimos que ese brillo tuyo es tan invaluable que no puede ni debe quedarse atrás.

Gracias por cultivar los lazos de amistad que se han vuelto ya extremadamente difíciles de encontrar, trabajando de sol a sol para fortalecerlos, qué orgullo el conocerte, qué importante eres en la vida mía, realmente, de corazón, deseo lo mejor para ti, mucha luz en tu camino como una retribución a toda la que tú emanas.
Cuando nos veamos inmersos en tantas presiones y con la amenaza del cansancio de darle la victoria a las adversidades, recordemos esto para saber lo mucho que vale seguir en pie, por todos aquellos que te lo reconocemos con un detalle, por pequeño que sea, pues por el vigor  compartido no nos sentimos más en aislamiento, caídos en la trampa de la rutina; los lazos se vuelven poderosos con música de por medio. 
Estamos juntos en esto, porque la vida así, con instantes de oro como los que procuras, vuelve a tener en sus manos la dignidad y se hace del valor para seguir adelante.

Brrrrprrrprrrrbrrrbprrrrrrr!!!!

Gracias tiende a infinito, en pocas palabras, por ser tú.

Te quiero mucho mi gran amigo, grande entre los grandes, de los mejores sin duda alguna.

Estamos en contacto.

Salve!!

Atte:
Paramecio Supremo


"La canción que es valiente es canción para siempre"

                                   -. Mal Bicho. Los Fabulosos Cadillacs

lunes, 6 de abril de 2015

"LA SELECCIÓN & LA ÉLITE" De Kiera Cass

-... Claro que sí, Jess, me gustó mucho lo que me contaste de esa historia, por favor préstame el primer libro, sé que hay bastantito por hacer pero puedo hacerme del tiempo para leerlo, desde luego en casa y quizá en el transporte le dé su buena leída.-

-¿Seguro que en el transporte? Las portadas de ese libro y los otros dos son la imagen de una chica con vestido. Tal vez te verás... raro.-

-Ok jeje, eso es lo de menos, supongo que con leerlos en casa está bien.-

Y fue así como gracias a mi poderosa amiga Jess, (por quien, si ella me lo permite, sería capaz de dedicar muy pronto una entrada en mi blog a sus muchas virtudes) que esta saga, relativamente reciente, está llegando a mis manos. Ya he devorado dos de los tres libros -en mi casa- y tengo muchas ganas de compartirles el hallazgo, a ver si logro influirles interés en leerlos también. Las mejores galas de mis letras tienen el honor de presentar "La Selección" de la joven escritora estadounidense Kiera Cass.



El argumento es el siguiente: situado en un futuro distópico, donde la cuarta guerra mundial ha provocado un giro enorme en la organización social y política antes conocida, la joven monarquía de Illéa se desarrolla. Este reino se encuentra estructurado por un sistema de castas identificadas por números, desde la Uno (la familia real) hasta los más marginados de la casta Ocho. Narra su historia en primera persona America Singer, una chica de diecisiete años perteneciente a la casta Cinco, conformada por la población que se gana la vida dedicándose a las artes: una casta sin lujos y con no pocas carencias económicas.

El drama se manifiesta cuando el noviazgo oculto que ella tiene con Aspen, un joven trabajador proveniente de la casta inferior dedicada a la servidumbre, se sabe con la triste expectativa de que, de lograrse el soñado matrimonio, sería ella quien descendiera de casta, Aspen no desea tal futuro para su amada, por lo que sus encuentros deben mantenerse ocultos, acto considerado ilegal; al tiempo en el que se presenta la oportunidad para America de formar parte de "La Selección", una especie de Reality Show tradicionalmente celebrado en el reino cuando el heredero al trono esté en edad de buscar esposa. El príncipe Maxon no elegirá como próxima reina a alguien de la realeza, sino que debe hacerlo, por mandato real, entre "las seleccionadas", hijas del pueblo, pertenecientes a diversas castas, mediante un proceso de eliminación durante el cual cada una de ellas tiene que vivir en el palacio real, aprender lo que necesita para ser una princesa y convivir con los altos mandos, compitiendo de esta manera por ser la elegida del príncipe.

Desde luego que America rechaza la idea de entrar al concurso, pero la enorme cantidad de beneficios que implica el sólo ser seleccionada (compensaciones económicas para toda la familia y una ascendencia automática de rango jerárquico) hace que sus familiares y el mismo Aspen quieran convencerla de que participe, por lo menos, para no dejar pasar la oportunidad de mejorar su calidad de vida. Para su no muy grata sorpresa, resulta ser seleccionada junto con treinta y cuatro chicas más entre todas las aspirantes. Ahora debe vivir en el palacio real lejos de Aspen, por quien los sentimientos se agudizan aún pese a una aparente e inesperada ruptura entre ellos, deberá conocer al príncipe Maxon, enfrentar pruebas distintas y desde luego, a sus rivales en la competencia, pues permanecer lo más posible implicará más ganancias para su familia.

Con un casi nulo deseo de ganar por parte de ella, el príncipe Maxon encuentra en America a la mujer más auténtica, honesta y difícil de las seleccionadas; de inmediato se vuelve de su particular agrado y ella se convierte en una competidora más fuerte de lo que creía, y contra su voluntad, pues Aspen no se ha quedado atrás... Es de esperarse también que no todas las chicas jueguen limpio, que la opinión pública influya de forma significativa, y que las emociones e intrigas políticas den varios giros; todo teniendo como sede a un palacio constantemente amenazado por los sanguinarios grupos rebeldes que atentan contra el cuestionable sistema.

"La Selección" y "La Élite" son literatura juvenil: fluida, sencilla en lenguaje y con técnicas narrativas convencionales, pero eso no la detiene para alcanzar gran profundidad en su contenido, sobre todo haciendo hincapié en el contexto histórico y social que se ilustra como un escenario particularmente adverso al amor.
Resulta muy interesante la propuesta de la autora Kiera Cass, de quien es relevante mencionar que su formación profesional es en Historia, que consiste en experimentar con el esbozo de un futuro con aires a "Un Mundo Feliz" de Aldous Huxley, a lo cual se añade la intriga política semejante a la favorita de George Orwell, rematando con una estructura monárquica; todo esto de una manera más sintética y resumida con el fin de mantener al amor como principal tema en los libros, no obstante, combinan realmente bien, pues tanto el hecho de presenciar, más que un triángulo, a un "polígono irregular amoroso", como el de acceder a una versátil vista panorámica de las estructuras sociales y los idearios políticos totalitarios respaldados por los medios de comunicación en plena guerra civil, da los elementos necesarios para describir el ambiente convulso en el que se desarrolla la historia, con miras a una revolución, sin dejar de lado la sensibilidad y percepción agudas, dos elementos dignos y prácticamente exclusivos de una narradora protagónica femenina.

La gala descriptiva que se hace del lujo y su contraste con la pobreza en la que America se encuentra con posibilidades de renunciar son también elementos importantes para no dejarlo todo al romance rosado. Cabe aclarar que "el amor" relatado toma su postura más realista en el sentido de aflorar la confusión y las múltiples inseguridades, cuestionando las apariencias.

Además de su innegable plus que consiste en abreviar la distancia entre realidad y ficción: ¿Castas definidas por la posición económica? ¿Circos mediáticos alrededor de la familia gobernante? ¿Una versión oficialista de la Historia nacional fragmentada y tendenciosa?... ¿Dónde hemos visto eso antes?

En "La Selección" el grupo es vasto y muchos de los personajes son simples rellenos, sin embargo en "La Élite" todos los personajes aportan algo interesante en la historia. Quizá un punto flaco de esta novela tan robusta es la conducta cambiante y un tanto inmadura de America, en ambos libros se replantea su situación una y otra y otra vez, no pretendo adelantar detalles de "La Élite", pero si en el desenlace de esta segunda parte no les queda la sensación de decir "¿¡Pero qué demonios te ocurre, si tú habías dicho que...!?" Entonces tal vez no leímos el mismo libro. Y obviamente, ese irritante contrapunto con el personaje principal forma parte del suspenso que genera saber en qué terminará, y para eso leeré "La Elegida" muy pronto.

Recomiendo este libro a todos, porque decir que es privativo de un público por sexo y edad francamente no va conmigo. Esta obra literaria cuenta con numerosos elementos para reflexionar sobre los arquetipos que la sociedad es capaz de aceptar aún cuando vayan mermando su propia libertad... Pienso que ese tipo de temas son importantes para hombres y mujeres, para la humanidad en su conjunto. Algunos exclamarán "no dejes de lado que es ficción", pero los citados Orwell y Huxley han marcado pauta en esos escenarios imaginarios que, con las analogías adecuadas, no son tan ajenos a la vida real de su tiempo y de nuestro tiempo después de todo; con esta trilogía sé que se construye algo semejante, en verdad lo vale, es más, sólo para hacerle promoción, he de leer "La Elegida" en el transporte público, total, cosas más raras suelen verse allí.

Búsquenlo en su librería favorita o con su amiga intelectual más cercana, si no tienen una, su vida está incompleta.

Y ya para acabar, si complementar historias con música se considerara deporte, al fin habría encontrado uno que me guste. Este link los lleva a "Team" de Lorde, el mejor tema de mi musa más joven, si la reseña anterior no alcanza a describir las emociones que esta trilogía despierta, confío en que esta canción lo haga. En su momento me pareció tan ad hoc a "Los juegos del Hambre" y a "Divergente", pero en realidad es el ambiente regio de "La Selección" el más óptimo para su lírica.

Disfrutemos música y literatura, dos verdaderos milagros de la mente humana.



Carpe diem

viernes, 3 de abril de 2015

LIGIROFOBIA

Porque la semana de asueto, feliz y conveniente rezago de la religión aún mayoritaria en nuestro país sobre nuestra educación "laica", me permite seguir escribiendo en mi pequeño espacio, ¡mejor será que lo aproveche! No saldré de donde estoy en estos días así que -triste mi caso- esto es de lo más entretenido que puedo hacer.
Claro, también tengo proyectos pendientes de diversas índoles: la tiranía de quienes dejan tarea en vacaciones no tiene límites, pero la calma predecesora de las tempestades todavía me permite reservar este cómodo intervalo para seguir filosofando sobre el 'curioseo' (lo más cercano a una traducción de "Rubberneckin´"), a propósito, para quienes desconocen dicha canción del Rey Elvis, la comparto en el siguiente link, esperando así rescatarlos de su oscurantismo musical ;)



Esta vez quiero compartirles una anécdota directamente, ya la tenía muy olvidada, pero al recordarla hace poco me dí cuenta de varios significados que pasé por alto a mis 15 años. Así es, para ese entonces su servidor era seis años más joven, era menos inteligente, más arrogante (sí, se puede serlo más) y bastante más aplicado en la escuela secundaria de lo que, a distintos juicios, es ahora en la licenciatura; será por el mínimo nivel de dificultad que el nivel básico medio representó para mí, aún no había Análisis Matemático ni Diseño Muestral que me propinara los golpes de humildad que tarde o temprano tendría que recibir, está muy bien haber conocido esas palizas antes de incorporarme al campo laboral, pero eso podría ser motivación para otra entrada.

Volviendo al tema, precisamente ese rendimiento que mostré a mis quince años en el ámbito escolar me llevó a pertenecer a la escolta, y de momento nada especial sucedía, seamos honestos, visto en perspectiva, estar ahí en la escolta es una experiencia que puede ser considerada grata porque reconocieron tu aprovechamiento dándote el honor de bla bla bla... En realidad, ese 'orgullo cívico'  representó poco más que perder clases a lo bestia, gastar en trajes caros que nunca volverás a usar, ver en los padres de algunos otros seleccionados la fiebre de "mamá manager de Hollywood-Broadway Región 4" (mi hij@ debe destacar a como dé lugar) y lo mejor de todo: prácticar duro para ejecutar a la semana la misma rutina que casi todos los que te rodean optan por ignorar. En fin, en su momento significó algo más, y una de las cosas más destacables dieron lugar a mi anécdota:

Por fin a la SEP se le prendió el foco, acto poco común, y organizó, mediante sus subdirecciones capitalinas, un pequeño pero especial evento reservado para los alumnos de las escoltas en cada zona. Dicho evento consistió en una plática impartida por un psicólogo especialista en el área educativa y organizacional, cuando nos llevaron a la escuela sede, nos dieron pocos detalles al respecto, y al sólo mencionar que veríamos a un psicólogo, las bromas no se hicieron esperar: "ya nos vieron todos traumados", "a ver si así te quitan lo raro", Etc. Etc. Lo cierto es que si hay algo que bien podría 'quitarme' alguna suerte de terapia conductista, entre otras cosas, es mi fobia a los estallidos pequeños: juegos pirotécnicos, globos, disparos, una olla express mal tapada (aún no conozco quién no se asuste con eso), y todo lo que pueda explotar o emitir un sonido así de seco y repentino muy cerca de mí simplemente me aterra. Veo con incredulidad a quienes son capaces de disfrutarlo -suelen ser niños los que me lo echan en cara- y aunque no llego al extremo de gritar agudo y subirme a las sillas, aumenta demasiado mi ansiedad, y lo más extraño, me pone triste, con una anormal sensación de debilidad, pues tales cambios de humor pueden darse de un segundo a otro, tampoco es que llore por el pobre globito roto, pero sí me da el "bajón" cuando estallan, por lo que prefiero evitarlos siempre que puedo.

No obstante, no se iba a tratar de conductismo alguno, como dije, el conferencista en cuestión era un psicólogo organizacional en el plano educativo, entre los amos y señores de la platiquita piadosa. Cuando llegamos y el asunto comenzó, le fue fácil romper el hielo y crear un ambiente más ameno entre todos; los alumnos fueron convocados de cinco escuelas diferentes, a lo más éramos treinta personas; sin profesores dentro de la sala, había más motivación para participar de manera sincera.

Después de un rato de charla, nos puso a ver la película "Cadena de Favores" con palomitas y todo, allí sí fue genial ser de la escolta, mientras los compañeros no invitados estaban tomando clases, nosotros nos conmovíamos con la actuación de Haley Joel Osment interpretando a aquel niño que dio muchas lecciones de vida en una historia verídica y enfrentando lo que ahora tiene la modita de llamarse "Bullying".

Después de verla, nos puso a reflexionar al respecto, dándonos la palabra, y de repente todos ya estábamos iluminados con las verdades absolutas sobre la empatía, la tolerancia, el respeto y la comprensión... Claro.
Hubo un receso breve y luego debíamos reunirnos de nuevo con él, ya muy próximos a terminar. Pero nos tenía preparada una dinámica. El psicólogo nos dio las indicaciones que iban más o menos así:

"A continuación les estoy dando a cada uno de ustedes un globo. Ínflenlo y sosténganlo bien, a falta de tiempo y porque no traje los suficientes marcadores, imagínense que están escribiendo sobre él todos sus sueños, metas, esperanzas y planes a futuro: están allí, escritos en su globo."

Acto seguido, pasó nuevamente al sitio donde cada uno se encontraba, habíamos formado un círculo dentro de la sala, indicando en voz alta:

"Ahora les reparto un filoso palillo de madera, todos tendrán el suyo, cuando termine, tienen un minuto. ¿Están listos?"

Todos menos yo lo estaban. Y una vez que todos teníamos un palillo en la mano, comenzó el minuto más patéticamente largo que he vivido. Recuerdo que lo primero que hice fue romper ese palillo y guardármelo en la bolsa para evitar accidentes que me asustarían más a mí que al dueño del globo reventado, mientras se armaba el alboroto en aquella sala: todos correteándose entre gritos y risas con el palillo en mano, apuntando a los globos de los demás, había estallidos por doquier y ahí estaba yo, petrificado y lívido, cómo hubiera querido salir de allí, pero iba a ser sólo un minuto y no quería alterar la dinámica.
Sin embargo, la mirada de un compañero hacia mi globo intacto fue la ruina; venía directo hacia mí antes de que acabara el tiempo y con el palillo de madera dispuesto a destrozar... Sólo pude pensar en lo ridículamente difícil que resultaría tener el control si el globo estallaba en mi mano, y entonces simplemente lo solté, lejos del compañero atacante y cerca de otro que terminó reventándolo.  El psicólogo determinó que el minuto había acabado, hubo muy pocos quienes lograron mantener su globo intacto, ¿habían ganado o algo así? Supongo que allí nos percatamos de que no teníamos ni idea de qué iba la cosa en realidad. Nuestras dudas quedaron atrás con sus palabras:

"En serio me dejaron sorprendido; ese palillo, jamás les dije que debía ser usado para hacer explotar los globos de los demás, ¡eran sus sueños y metas! ¿se dan cuenta cómo, aún después de reflexionar tan profundamente sobre la empatía y la superación, tomaron la primera oportunidad para buscar vencer a los demás, a como diera lugar? Tengan en cuenta, como parte de la sociedad, que tienen el poder de mejorar y también de destruir a quienes se encuentren a su alrededor, incluso resulta divertido hacer lo segundo, parece que todos lo hacen, pero si todos tenemos nuestros planes y esperanzas en un globo, y en apariencia todos los globos eran iguales, ¿por qué entonces acabar con aquello por lo que los demás luchan?"

No sé qué tan profunda resultó esa reflexión para los demás, para mí, en su momento, quizá se vio ofuscada por mis cobardías, incluso el psicólogo reparó en mí al verme un poco pálido, concluyó con más de sus alentadoras palabras sobre el poder interior y el compromiso por mejorar en conjunto... Pero ha sido hasta hace muy poco, cuando una persona y una canción desenterraron esta remembranza de mis recuerdos, que me dí cuenta de cuán efectiva resultó la dinámica y de lo alarmantes que pueden ser mis conclusiones al respecto:
¿Dejé ir mis sueños y esperanzas por miedo?

Sí, eso hice, y ni siquiera me defendí... Más que una dinámica, resultó ser la metáfora de la vida misma: mi carrera y mis expectativas se han visto escritas en otro globo, uno que sostengo en estos momentos. ¿Qué pasará si llega un temor tan grande que me haga soltarlo? ¿Podré enfrentarlo? No lo hice cuando tenía quince, y aún con saber que el mundo no se acaba con el estallido pequeño de algo inofensivo, sigo acobardándome con eso ¿Qué pasará, insisto, con un miedo de verdad? No se trata de la fobia en sí, sino de estar preparado a situaciones difíciles en la vida, esa clase de situaciones que despierten verdaderos terrores... Quiero pensar que experiencias como esta, aquellas que se guardan como un laboratorio o un simulador de decisiones importantes, me servirán como precedente para evitar caer en la reacción más primitiva ante alguna adversidad: no lo dejaré soltar, debo proteger mi globo, quiero tenerlo conmigo ante todo. Además, no todo es angustia en mi pronóstico, si bien el temor propio en su momento me hizo romper el palillo y renunciar al poder de destruir, sé que son más los valores que llevo conmigo los que me hacen renunciar a hacerlo en la vida real: celebro el éxito de quienes me rodean, pero más aún, no considero como éxito el hecho de impedir que los demás lo alcancen para sí, hago lo posible por brindar mi apoyo con el fin de que ese éxito se consolide, de que ese globo deje su fragilidad para convertirse en realidad, no pretendo hacer estallar algo que para alguien es tan valioso como lo es para mí, ni por accidente.

¿Cuántos objetos puntiagudos me he encontrado ya? Personas que juraron hacer todo lo posible por hundirme, pruebas familiares difíciles tales como enfermedades y distanciamientos, llegar a pensar en que no podré llenar el perfil que mi profesión pide, maximizar los fracasos, no encontrar la aceptación o el amor. Y de momento sigo adelante, seguimos adelante ¿verdad que sí? con nuestro globo en la mano, cada vez más cerca de su metamorfosis: de un cuerpo delicado a nuestro presente. Habrá muchos más alfileres y palillos en manos de quienes consideren divertido destruir... Unirme a ellos no es mi idea, pero tampoco lo será rendirme ante la fobia de escuchar el estruendo, no será así, no sólo hay ideas en ese globo, hay gente que confía en mí, un destino conducido por la fe, y no pienso defraudarlos.

*Telón*

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NOTAS AL PIE:

Gran amiga y alter ego Thelma, gracias, por que de ti aprendí el nombre de la fobia en cuestión y aún recuerdo ese momento, me complace tu visita, espero plasmar en palabras un poco de lo que tú logras plasmar y transmitir con la fotografía.

La "tosca fiera herida" de la entrada anterior fue quien me hizo recordar esta anécdota, al profesar la psicología organizacional especializada en coaching. Sólo para sentirme bien conmigo mismo, hago mención de ello. En favorable proceso rumbo al "sin resentimientos", doy crédito a su inspiración.

La canción es esta: "Hermit the frog" de la histriónica Marina & the Diamonds (The Familiy Jewels, 2010), el verso que apunta "I broke my glass balloon, I let go my glass balloon" me provocó tal Déjà vu... También es, debo reconocer, una formidable banda sonora para el resto de mis entradas anteriores, ojalá les guste tanto como a mí:



Carpe diem

miércoles, 1 de abril de 2015

"NO ME PUEDO QUEJAR" (épica tuya y mía)

"Ni me obligas ni te obligo
me invitaste a huir contigo
y yo quería volar..."

                                                             -. Ángela Carrasco: "No me puedo quejar", 1983

De improviso, como las más inolvidables sorpresas en nuestra existencia, fue que nos conocimos. Marcaste territorio y supiste lo que quisiste desde el principio, con la más imponente seguridad, mientras yo dudaba de mi sentir y andaba por las ramas, tú simplemente no dejaste de procurarme, de dejarme conocerte, de brindarme cada vez más de cuanto podías ofrecerme.

El "Sí" se hizo esperar lo suficiente hasta que, llegado el momento oportuno, diera lugar a aquella historia que rebasó más que un año, también rebasó expectativas, paradigmas, pronósticos y una variedad de adversidades, Tú y yo, aún conscientes de la presencia de barreras insuperables, decidimos continuar adelante, viviendo cada día juntos como debía de ser, cual si fuera el último, haciendo valer esa condición humana tan trillada como olvidada. No somos eternos, pero sí somos únicos, la oportunidad que en nuestras manos tuvimos de amarnos, de compartir, de apoyarnos y otorgarle más sentido a la vida que el ya digno objetivo de sobrevivir, era algo que nos propusimos sostener con fe y cariño: llegamos a sentirlo frágil, hubo vendavales que pudieron haberlo derribado; llegamos también a sentir que su peso podría rebasarnos, las limitantes consabidas también buscaban colgarse con ánimos de ruptura sobre este monumento que llevó por pilares a nuestras manos. Un monumento hermoso, honrando lo que debe ser el amor fraterno, hecho de un material sumamente difícil de encontrar.

"... Me envolviste con ternura
y aunque fuese una locura,
te acepté sin dudar.
No me puedo quejar."

Y es que todo lo vivido juntos merece ser recordado. Logramos hacer de un paseo a pie la más sublime de las aventuras, hablando de nada, riendo de todo, chocando con nuestras incendiarias personalidades hasta volver a reír de nuestras ocurrencias; tomados de la mano, mostrando nuestro afecto, a la par mirábamos a nuestros alrededores con la sonrisa burlona que gritaba inequívocamente "¿algún problema, cabrones?" Eso era común para ti, y un paso gigante para mí. Siempre quisiste que fuera más sinvergüenza, sé que lograron ser pocas pero efectivas aquellas veces en las que sí te dí la satisfacción.

"...Despertaste en mí el sentido
del verbo amar..."

Nos conocimos tanto, en cuerpo y alma, que me dejaste ver los sufrimientos que has experimentado, la batalla que cada amanecer sostienes por seguir entre nosotros me hizo ofrendarte mi honesta admiración, has perdido tanto en el camino, que tu andar ganó sensatez y fortaleza, tus sentimientos, pureza, y la mirada tuya, aunque suele ser invadida por el recelo y se muestra a la defensiva, no impide que tu corazón demuestre lo mucho que es capaz de sentir, con generosidad auténtica y obstinada iniciativa.

La música nos unió más: los "400 Lux" que compartimos, las "Shades of cool" que te descifré, sólo podía ir "Deeper and Deeper" contigo; tú me dijiste "Te llevo en mi mente", y que junto a mí no conoces el miedo, "Formas de amor" fue tu himno, mientras que yo he seguido sonriendo cuando esta que hoy es mi canción telonera nos vuelve a describir a la perfección: "Ay... No me puedo quejar".

Fue una decisión inmensamente difícil la tuya, y me costó tanto entenderla, asumirla, vivirla, que me costaste lágrimas y desconcertantes pasos a extrañas sensaciones: me diste la libertad de encontrar a alguien más cuando mi libertad a tu lado se sentía tan acostumbrada, no podía darte todo lo que tú necesitas, ni tú a mí, o eso creíste... Pero era verdad, y tenía que ver con aquellas barreras que tarde o temprano debíamos dejar de negar.

"Aunque a veces no te entienda,
no hay mal que por bien no venga,
lo que sea, será..."

Al abrirme esa puerta, terminé por salir sin saber que esperar, y con la más ofensiva de mis ingenuidades me enamoré de una de las más bellas, amigables, sabias y expertas máscaras que me he encontrado: clavó dardos certeros en mi corazón, y tú testificaste cómo aquellas heridas me daban alegrías desconocidas y luego me hacían estallar de dolor... ¿Cómo mantenías tu temple ante tan penosa situación? Seguiste ahí, hasta que te encontraste  como punto clave en mi caos desorbitante y me hiciste saber que lo mejor era alejarte de mí, pues no me ayudabas a pensar con claridad: yo albergaba dudas, culpas, y un embeleso terco que desbordaba mis paredes. Me hiciste darle un sorbo a la realidad, de la que tan familiar te resulta ya su sabor; hiciste esfuerzos titánicos por no desmoronarte ante mis nuevas ilusiones, escuchaste cada uno de mis tropiezos, vendaste mis heridas y me impulsaste a caminar de nuevo, pero quisiste que esta vez lo hiciera solo, pues era solamente ese método el que me haría aprender.

Solo, así logré quitar esa magistral máscara para ver lo que ocultaba. Reclamándole su ausencia fue que desaté el último nudo y cayó, hallando debajo a una tosca fiera incapaz de amar, un ego violentado por condiciones actuales de vida que pusieron a prueba su orgullo y estabilidad; ha preferido enfrentar en soledad y con la máscara puesta a sus demonios. No le resulté útil, obtuvo lo que buscó y no quiso hacer nada por solidificar el idilio fraterno que me enseñaste a construir, tú, que ahora también buscas uno en otras personas, con mejores guardias que las mías. Yo decidí regresar la careta a su sitio, a ese rostro maltrecho de fiera errante, retirándome los dardos lentamente, para finalmente desaparecer de su ermitaña y cazadora vida.

Mientras tanto tú, que me afirmaste antes de dejarte marchar que me recibirías con los brazos abiertos siempre que lo necesite, que al buscarte te encontraré, antes del inevitable amanecer en el que eso ya no sea posible en este mundo... Debes saber que deseo lo mejor para ti, tu irrepetible capacidad de dar amor y de dar verdad lo merece más que mucha gente aquí. Yo no figuro entre lo mejor para esa posición, pero sé cuál es la que me corresponde: la de permanecer en comunicación cercana a ti cuando tú también lo necesites, la de hacerte sonreír e incluso enojar, pero sobre todo, hacerte vivir a plenitud, con mi forma de ser que tanto te ha gustado, dejándote ser; la de conservar, con toda madurez, el cariño que nos motivó en el pasado y la libertad para dejarte encontrar tu futuro.

Coincidimos en el momento más apropiado para nuestras esperanzas: para ti signifiqué la oportunidad de amar de nuevo y proteger, para mí, representaste el redescubrimiento del amor, un  aprendizaje continuo y enterrar por fin el miedo de verme incapaz de experimentar esta forma de entregarme, de compartir.

"¡No! No me puedo ni quiero quejar.
Me enseñaste a no ser frágil
y aunque no fue nada fácil,
el tiempo me ayudó
y seguirás conmigo
mientras quiera yo."

No quiero verte marchar, sí quiero verte volar muy alto, sé que añoras lo mismo de mí, y he ganado la madurez, por ensayo y error, para poderlo cumplir.
Esta historia no merece un punto final, por todos los temores que ha vencido, sé que permanecemos juntos en esto, hasta donde podamos llegar.
Gracias, porque con toda esta experiencia, triunfamos, por completo, triunfamos.

"Con tus besos de pasión,
con tu cara de ángel
y tus caricias de seda,
a ver quién se niega...
... No me puedo quejar."


**Telón**