miércoles, 30 de diciembre de 2015

TEJIENDO REDES: EL SEMINARIO LGBTTTI (Parte II)

Me corresponde reflexionar acerca de los múltiples temas analizados en el seminario "Tejiendo redes en espiral: para reconstruir lo LGBTTTI", bajo la consigna de desarrollar el sentido crítico y propositivo, identificando a su vez los cambios en mi paradigma, efecto de los aprendizajes obtenidos en esta importante experiencia.

Quiero hacer énfasis en la serie de cuestionamientos que mencionaré a continuación con la finalidad de desarrollar mis reflexiones a partir de ella. Uno de los principales debates, presente en prácticamente todas las ponencias y variados testimonios, consiste en argumentar porqué es necesario o benéfico unirnos e integrar una comunidad, y en tal caso, cómo debería ser esta de modo que permita a todos, sin excepción, la oportunidad de identificarse, de reconocerse en derechos y libertades. ¿Qué nos une y qué puede separarnos? ¿Qué es lo que se ha alcanzado y qué seríamos capaces de lograr a largo plazo? Y una de las más breves en extensión, pero contundentes en contenido, ¿por qué hacerlo?

Porque en el hecho de salir del anonimato en cierta medida, para insertarse en el ámbito colectivo, algo de lo que he concluido con respecto de las diversas opiniones y hechos presentados por los ponentes es que lo privado se torna público, y de lo público se procede a lo político, motivando confrontaciones diversas, observando en esta serie de situaciones aspectos positivos y negativos, según la forma de pensar de cada individuo; por otra parte, la objetividad científica, de la que tanto se llega a presumir, suele dejarse perturbar por tendencias y efectos de sentido en su interpretación, esto se ha tenido de manifiesto a través de la historia, un fenómeno complejo que ejemplificaré más adelante.

Propiamente, pertenecer, por el sólo hecho de pertenecer, representa un desafío. Habrá factores que pretendan presionarte a desistir, a decirte que no perteneces, que no satisfaces los requerimientos establecidos, y para muchos, me atrevo a decir, sentirse parte de algo, saberse identificado como uno espera que lo identifiquen, es una necesidad más que un anhelo y sin duda genera un enorme temor el carecer de ella, sabiendo lo que el temor nos conduce a hacer en las peores circunstancias, es de esta forma que encuentro un primer elemento que justifica la iniciativa de una comunidad: la empatía.

Uno de los primeros aspectos que comprendí en el seminario, casi de inmediato, es que detrás de las diferencias, los prejuicios, los desacuerdos y demás segmentaciones sociales, algo que compartimos es la “problemática de pertenecer”, un proceso interno en el que seguramente todos conocimos el aislamiento y la incertidumbre, el hecho de que nuestra preferencia sexual, nuestra identidad de género o ambas, se presenten distintas a las esperadas por el entorno social, percibiéndonos de antemano con el riesgo de ser rechazados, expuestos a un ambiente violento, hostil, adverso, de modo que prácticamente todos nos sentimos “en problemas” cuando encontramos que en nuestros cuerpos, nuestros deseos y nuestros sentimientos, las cosas funcionan de otra forma. Las medidas que cada uno tome al respecto pueden ser diferentes, pero me es difícil pensar, en el ambiente dentro del que vivimos, que alguien haya sido inmune a esa duda sobre su propio ser, habitando el ya mencionado temor a pertenecer.

Y de aquí que el “¿sólo pasa esto conmigo?” fuera moviéndome, sintiendo insuficiente lo que la educación oficial presenta como diversidad sexo genérica: un “etcétera” fuera del estándar de quien promueve el discurso del sexo como el simple y llano mecanismo de la reproducción; no, eso no me resultó satisfactorio, así que la búsqueda de testimonios, de un relato que me permitiera incurrir en razones y no en juicios de valor, fue lo que me trajo al seminario. Allí me encontré una respuesta a esa inquietud: “no, no pasa esto sólo contigo, y dentro de este hallazgo habrás de reconocerte como un egoísta de magnitudes tales que han hecho convertirte en parte del problema para algunos de los que experimentan las confrontaciones que tú has vivido”, aquellos prejuicios, que no identificaba como tales, acerca de quienes manifiestan su forma de ser distinta a la mía, me han hecho darme cuenta por primera vez de las contradicciones en las que había caído, mientras buscaba la tranquilidad que en ocasiones impedí para alguien más.

En efecto, no haberme percatado, por ejemplo, de los puntos de convergencia de mi pequeña historia de vida con el discurso feminista, me hizo descubrir la falta de capacidad propia para externar mi visión sobre el sistema. Tal vez debió ser de esta forma porque en más de un momento de mi vida consideré que el sistema como tal, esa serie de normas escritas y no escritas sobre cómo comportarse, era un molde inmutable, las cosas han sido así y así serán siempre. Pero cuando se despierta un espíritu más analítico y crítico en lo referente a nuestro alrededor, podemos darnos cuenta de las fallas que existen, y de cómo estas pueden ser punto de partida para una transformación de los paradigmas sociales.

¿Cómo empezar? ¿A quién o a qué acudir para que el plan de acción tenga forma definida, cimientos firmes y metas claras? Es un asunto ciertamente difícil de esclarecer. Adentrándome más en  de la comunidad a través de los años he podido notar que todo ha sido un asunto de ensayo y error en el método para generar una agenda política e ir participando para derrocar la visión de que ser gay, lesbiana, bisexual, transexual, transgénero o intersexual, no es ser alguien malo ni enfermo. Muchas veces los aciertos y avances alcanzados llegan a cegar las deficiencias en la organización de los propósitos, y no es por demeritar asumiendo el papel de testigo, es también reconocer que lo que sucede a gran escala es un reflejo de lo que ha sucedido dentro de mí; ese afán de repetir los patrones que tanto nos aquejan, conducirnos rumbo a una lucha de poderes en lugar de un bien común, repitiendo entre nosotros estas reglas para establecer quién es más y quién es menos, quién importa y quién no.

Vale la pena comenzar erradicando ese ánimo de desacreditarnos entre nosotros para realmente escuchar los puntos de vista de todos y entender qué es lo que nos hace falta por atender si queremos funcionar como comunidad, en el ideal de lograr que todos encuentren su oportunidad de mejorar su panorama, o por lo menos, de vivir más tranquilos en el aspecto social. 

Una vez logrado este canal de información para crear una comunidad más consciente y representada, tal y como se ha hecho en los componentes temáticos del seminario, procede transmitir a lo que está alrededor de nosotros mayor unión y conciencia; ese alrededor que se agrupa en algunas religiones que nos señalan como pecadores, la que toma en otros grupos, elementos científicos para cuestionarnos incesantemente, y es aquí donde expreso esa inquietud sobre lo tendenciosas que resultan ser las interpretaciones de la ciencia, mismas que había mencionado anteriormente: aquella tergiversada falacia de la superioridad del organismo masculino sobre el femenino, la patología durante muchos años contemplada en el ámbito psiquiátrico sobre las preferencias sexuales y la identidad de género, y la insistencia estadística en cerrar la visión a categorías dicotómicas y una estructura de "normalidad" complicada de discutir.

Todos estos juegos de poder disfrazados de objetividad científica generan en mí un compromiso especial, ya que quiero  dedicar mi vida a la ciencia matemática, debo entender que la forma de transmitir la información adquiere la responsabilidad de no dejarla caer en la trampa del prejuicio inconsciente, y para ello, este contacto con gente diversa es sumamente importante para desterrar un injusto valor maniqueísta de la visión que la ciencia debe tener, a favor de la sociedad, no del poder de unos cuantos.

Lograda la transmisión de información dentro de la comunidad, creando conciencia y actitud crítica entre nosotros, puede hacerse frente con mayor congruencia a la elaboración de un plan de acción más estructurado, entendiendo a quienes no desean ser partícipes de esto, asunto importante a destacar: si bien hay sentimientos en común, hay contextos distintos; fue revelador para mí aprender en este espacio sobre las variantes geográficas y socioeconómicas que influyen en la forma de asumir nuestra sexualidad y nuestro género, no podemos pasar esta singularidad por alto para pretender que lo que beneficia a algunos, beneficia a todos; considerar los factores culturales que nos diversifican es un hecho que se lograría aprendiendo a escuchar sus testimonios, e incluso, sus silencios, el mismo estilo de vida no es meta de todos, sin embargo, el aspecto que hay que defender de manera colectiva es ese derecho a elegir, sin afán de imponer o de manifestar la discriminación.

La incongruencia que hemos llegado a vivir, de alguna manera, es comprensible, sin embargo, no es justificable. A nivel individual y colectivo: difícil pensar en ser incluyentes cuando nos hemos sentido excluidos, complicado no querer cuestionar a otros cuando hemos sido tantas veces cuestionados hasta por nosotros mismos, pero aferrarnos a vivir aislados y con rencores, lamentablemente, nos motiva a la violencia, un tema delicado y estremecedor que analizamos en el seminario, la consecuencia de llevar la intolerancia y la incomprensión al extremo de terminar con la vida de alguien es un padecimiento social atroz, un motivo de rechazo a continuar inmersos en un entorno donde la agresión es plausible.

El espacio y los vínculos generados en el seminario me permitieron conocer más de mí, de las múltiples historias personales y del gran valor que tiene cada una de ellas; enriquecer mis criterios con la diversidad de testimonios, hechos presentados y opiniones, me resulta fortalecedor, situándome con la suficiente humildad y asertividad para defender más causas que sólo las mías, los aprendizajes deben trascender lo teórico, y el reto consiste en actuar al respecto.

Si bien hay cierta seguridad en el ámbito académico, misma que se pone a prueba fuera de esta esfera, la oportunidad de tejer una red comunitaria francamente me entusiasma. Sé que es el comienzo, y que no será fácil, aún hay mucho por enfrentar y conocer. Mi experiencia  es nula en este tipo de organizaciones, sin embargo, será un importante primer paso, haciendo valer los conocimientos que he adquirido, los cambios de paradigma que han podido cambiar mi vida, y por los que tanto agradezco a las instituciones, los ponentes, organizadores, y compañeros que formaron parte de este gran proyecto, compartiendo, e invitándome a compartir.  

El propósito es no dejar atrás estos espacios, contribuir a que haya más y sean gradualmente más abiertos, continuar creando enlaces y encontrando relaciones dispuestas a dejar atrás prejuicios, estereotipos y violencia de cualquier tipo, cuidar mis argumentos y seguir en constante actualización sobre estos temas, siendo consciente de que la comunidad debe hallar su construcción en el verdadero conocimiento de lo que nos une, poner en alto la empatía y dejar de enfrascarnos en la categorización al grado de fragmentar, contrario a lo que se pretendía. Gracias por el valor de mantener adelante proyectos como este, vitales en la educación y en el desarrollo colectivo, ahora que somos más los que formamos parte de esto, es hora de trabajar.


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