miércoles, 20 de julio de 2016

MIS MAESTROS, NUESTRA REFORMA (Parte II)

                                                     Foto: Xinhuá/Alejandro Ayala


Era el inicio del segundo día de paro  en la secundaria de mi hermana; secundaria en la que alguna vez mi mamá, dos tías y yo, estudiamos. Un suceso sin precedentes ha sido el que dicho plantel pare labores por un problema social, cuatro generaciones lo testificamos.

Nuestra escuela no fue la única en la zona que tomó esta medida; de manera que la noticia fue corriendo entre vecinos y se esperaban movilizaciones más cercanas a nuestros hogares. No obstante, en esa mañana hubo padres de familia llevando a sus hijos a la escuela que fueron sorprendidos por el cierre, o bien, inconformes con la situación y dispuestos a cambiarla.

Como fue un rumor esparcido, me dirigí sin mi hermana a la escuela, cerciorándome de que no llegara en vano y en caso de que la decisión se cambiara, avisarle para considerar su ingreso más tarde.

Vi alrededor de quince alumnos esperando que abrieran la escuela, cerca de tres padres de familia reclamando que ésta se abriera y  aproximadamente cuatro madres de familia (cabe recalcar el género) reteniendo la puerta y defendiendo su consigna. Otros veinte tutores quizá, incluyéndome, sólo observábamos cómo la molestia de ambas partes iba incrementándose.

El espacio entre la puerta de entrada a mi escuela y el final de la banqueta es considerable, una pequeña explanada que en esos momentos se encontraba aglomerada; sobre el borde de la banqueta hay barandales, allí se encontraban replegados varios de los profesores, consternados por la opinión dividida de los padres a los que se les había pedido apoyo.
Otra desventaja era la poca elocuencia de las madres que apoyaban el cierre, claramente se vieron obligadas a improvisar. Un padre, alzando la voz entre la multitud dijo:

-Yo no sé qué tantos estén de acuerdo con que hoy cierren la escuela, debemos votar para ver si se abre o no. -

-Señor- respondió una tutora- este asunto se votó en la asamblea general de padres de familia, a la cual no asistió.-

Lo cierto es que ese tipo de asambleas (e incluso las juntas para la firma de calificaciones de los alumnos) son una prueba del poco interés que la mayoría de los padres tienen por involucrarse en asuntos escolares, pues muy pocos  asisten. El horario laboral suele ser el impedimento más frecuente, y para esta contingencia volvía a presentarse. "Muchos papás usan la escuela de sus hijos como guardería, literalmente, pues no tienen dónde dejarlos mientras trabajan." Me advirtió mamá el día anterior. A pesar de lo adverso de sus condiciones, no me parece responsable que deleguen todo el cuidado de 'sus niñitos' a una entidad educativa, sin estar al pendiente de las necesidades de quienes trabajan allí.

El problema empeoró cuando esa votación se impuso, nuevamente, producto de la poca unión entre el grupo de mamás que mantenían la escuela cerrada. Varios de los alumnos que habían llegado esa mañana votaron a favor de abrir la escuela, algunos de ellos, compañeros de mi hermana (ninguno con mejor rendimiento que ella), votando bajo el criterio de "si ya me levanté temprano, ¿para qué me regreso?" o tal vez bajo el exclusivo criterio de sus padres.

Esos fueron los votos ganadores, el papá que propuso esto exhortó a que todos respetaran "la democracia". Un papá conciliador dijo:

-Está bien, sin embargo es justo que escuchemos lo que las señoras quieren decir mientras entran los alumnos, el asunto es que nos tengamos informados.-

Así pues, ellas trataron de alertar sobre la reforma educativa, centrándose en la autonomía de gestión con forma de "ahora nos costará cara la inscripción y permanencia de nuestros hijos", sin embargo, los papás se mostraban cada vez más hostiles y en lugar de debatir el punto que ellas exponían, insistían en el "Nada de eso, abran la escuela, ¿por qué no abren la escuela? ¡Abran la escuela!"

Recordé las palabras de mi profesora del Seminario de Enseñanza: "estamos acostumbrados a debatir preparados para contestar y no para escuchar." Yo tenía mucho qué decir, pero hacerlo en ese momento era sólo sumar una voz más al barullo sin sentido que se escuchaba con fuerza.

Un papá molesto tomó las pancartas que sellaban la puerta, las arrancó y golpeó para que abrieran. Los trabajadores dentro sólo pudieron hacer caso. De esos quince alumnos sólo seis entraron, y una pobre chica lo hizo a empujones de su padre.

-¿y qué ganó con eso? ¡Los profesores seguirán en su lucha y no van a entrar!-

-¡Pues que entren, por eso estamos como estamos!-

-¡Sí, por agachones como ustedes!-

-¡No, por huevonas como ustedes!-

Y el griterío seguía.

Los directivos trataban de hallarse en la más incómoda de las posiciones: la neutral.

"Si entran alumnos, la escuela se abre; si los maestros faltan, se aplica su descuento; si ninguno entra, puede pasar por sus hijos; si no, las actividades se realizarán en trabajo social"

La discusión entró a su punto más patético cuando un señor intentó dar media vuelta luego de meter a su hija a la escuela, y una mamá lo tomó del hombro para que notara que otros alumnos empezaban a optar por salir.

-¡NO ME TOQUE!- vociferó -¡O VERÁ CÓMO LE VA A IR!-

-¡UY QUÉ VALIENTE, PONIÉNDOSE CON UNA MUJER!- gritaron otros. 

Ya no sé qué tenía que ver esto con la reforma educativa; pensé en irme, pero si terminaban metiendo a los maestros a la escuela, necesitaba avisarle a mi hermana.

La voz de una señora que no había hablado antes medió la situación intentando calmar los ánimos (agradecí su voz de Scout), haciendo notar, precisamente, que ya nos habíamos desviado del tema y lo que menos convenía era confrontarnos unos con otros cuando era el momento de informarnos y exponer nuestro punto de vista.

Los papás que quisieron abrir la escuela entraron en ella. Uno de ellos dijo en tono de burla momentos antes de ingresar "¿no van a checar los maestros? Que trabajen gratis entonces". Esta vez yo pregunté "¿y usted trabajaría gratis?"

-Soy funcionario público y claro que sí lo haría.-

Muchos, incluso gente que lo apoyaba, pusimos los ojos en blanco con semejante respuesta.

Resulta que ese señor es papá de una compañera de mi hermana, en el mismo grupo. Recuerdo que en la junta de diciembre destacó por quejarse de situaciones diversas, muchas de esas quejas perdían fundamento a partir de darse cuenta que se había enterado a medias de los asuntos en cuestión. Por otra parte se supo que una de las señoras defendiendo era militante del partido morena, y ni siquiera tenía hijos en la escuela.

Esto es abrumador: unos sacando el cobre y otros llevando agua para su molino. No quedaba más que defender las propias convicciones luego de haber leído la reforma educativa. Llegados a este punto, ya los ánimos se habían calmado un poco y tuve la oportunidad de exponer algunos de los puntos que había reflexionado, esperando escuchar mejores contrapuntos. El hombre que gritó por su espacio personal se había ido con su hija, y los profesores continuaban al exterior de la escuela.

"Yo me pregunto, ¿quiénes de los que protestan han leído la Reforma Educativa como para saber decirme cuáles son las partes que los inconforman? ¿por qué los maestros no dicen nada al respecto?"

Dijo el 'funcionario público'. Cuando le expuse la fracción tercera del quinto transitorio, él y otro padre me respondieron que no había problema, pues era sólo la gestión. De antemano les agradecí su atención (ya el tono de voz y la molestia disminuyeron) sin embargo, antes de preguntarle cuál era su definición de "gestión", una señora entró a la escuela, avisando que los maestros estaban dispuestos a hablar.

Cuando salimos hacia donde ellos estaban, pude identificar a más de mis profesores, me alegró ver caras conocidas y de las que conservo un buen recuerdo por su labor ejemplar: mis maestras Guadalupe y Rosalba de Español I y II, el profesor Norberto de Matemáticas, teacher Noemí, la profesora Martha de Física, Diana de Historia y mi profesora favorita, Carmen Julia de Formación Cívica y Ética,  quien se alegró mucho de verme el día anterior.
Allí se encontraba la profesora de Educación Física dirigiéndose a los papás para pedir su apoyo exigiendo al gobierno que se abra espacio a la discusión de la Reforma, ella se centró en aspectos de la infraestructura y el poco pronunciamiento de dicho proyecto para resolver el problema. Se respondió la duda de que si acaso el paro afectaría la entrega de documentos para cerrar el ciclo escolar: no habría problema al respecto ya que, como mencioné previamente, los chicos de la secundaria acaban su evaluación semanas antes de terminar.

El funcionario volvió a tomar la palabra, diciendo que no entendía por qué esto no lo habían expuesto antes, y desconocía, hasta este instante,  la postura de los maestros (teniendo pancartas pegadas en la escuela que nunca leyó) me sorprendí cuando  me señaló pidiendo que mostrara que yo tenía la Reforma educativa en mi celular. Como me dio la palabra con ese acto, esta vez tuve maestros alrededor escuchando lo que tenía que decir. Y salió toda mi preocupación sobre los planes de estudio y los libros de texto (que expuse en la primera parte) ejemplificando con el libro de Matemáticas.

-Todo es perfectible- dijo él.

-Por supuesto- respondí -el problema radica en que no se propone mejora alguna en el proceso para seleccionar el material, y si una reforma hablará del tema, debería ser esta. Responsabilizar al maestro de todo el sistema educativo sin revisar sus recursos didácticos es una negligencia, por esa razón me uno a  su protesta. Ahora bien, gracias a mi hermana he sabido de estas movilizaciones y de las razones que motivan a los maestros a proceder de esta forma, le recuerdo que su hija y mi hermana van en el mismo grupo ¿por qué sabemos cosas tan diferentes?-

-Pero es que, esto no es asunto de niños, debieron dirigirse a los adultos-

-Ya no son niños, señor, son adolescentes y es asunto de comunicación. Yo tengo comunicación con mi hermana ¿cómo va la comunicación con su hija?-

Increíble. No respondió nada. Tiempo después mi hermana me diría que su compañera llevaba varios días faltando a la escuela desde su última evaluación.

Agradeciendo que lo escucharan, sólo agregó que debía ser más pública la protesta para que todos apoyáramos en lugar de pelearnos siendo vecinos como había sucedido minutos antes. Dicho esto, se fue, junto con los demás padres que abrieron la escuela.

Al final no había ningún alumno en ella, por lo tanto, se cerró. Los maestros a mi alrededor me agradecieron de manera conmovedora por encontrarme presente y junto a ellos. Decidieron que ese sería el último día de paro.

Continuamos difundiendo información aquellas mamás y yo. Por supuesto, encontramos de todo: Gente que apoyaba la causa, que hacía recomendaciones apelando a las tragedias de movimientos estudiantiles en el México del siglo pasado; y personas que recurrían a la generalización apresurada (nadie quiere ser evaluado, todos compraron sus plazas) o peor aún, al resentimiento social proyectado (si a mí me quitaron mi pensión, es justo que los maestros no reciban una, para que se queden los que quieren dar clases y no los que quieren privilegios) para exponer su postura en contra. Ante los últimos no podía replicar nada, buscar el bien común, reitero, no es anhelo de todos.

Tampoco pretendo generalizar, mis maestros no son todos los maestros, sin embargo, sus resultados en mi formación me hacen sentirme orgulloso de conocerlos y dignos de conservar mi voto de confianza. Mi secundaria no es todas las secundarias, y hay muchos aspectos en los que debe mejorar, con o sin ley de por medio. Lo que debe quedar claro es que esta reforma  sí es la reforma de todos en México, nos guste o no, tenemos que buscar la forma de presionar para que deje de ser la mediocridad vendida como varita mágica.
Muchos creen que la democracia se consuma cuando votas por gente para que piense por ti. Eso me dejaría intranquilo, nuestra capacidad de aportar y analizar de manera crítica no debería quedarse quieta; el criterio que nos mueve y el contexto en el que vivimos nos demandan que sepamos informarnos desde la fuente, lo más objetivo posible, rechazando el fanatismo o el primitivo maniqueísmo.


Todo esto forma parte del despertar que buscamos, no se trata de que pensemos igual, sino que aprendamos a defender, con el razonamiento informado, lo que creemos mejor.

ANARQUISMO RELACIONAL

MANIFIESTO SOBRE ANARQUISMO RELACIONAL 
(Andie Nordgren)




Podemos amar a muchas personas y cada relación es única

El Anarquismo Relacional cuestiona la idea de que el amor es un recurso limitado que sólo puede ser real cuando se da entre dos personas. Es posible amar a más de una persona y el amor que se siente por una no hace disminuir el amor que se puede sentir por otra. No evaluemos ni comparemos a las personas y a las relaciones. Apreciemos a cada persona y nuestra relación con ella. Una persona que está en nuestra vida no necesita ser denominada "primaria" para que el vínculo sea real. Cada relación es independiente, y conecta individuos autónomos.

Amor y respeto en lugar de derechos

Que una relación no se base en la adquisición de derechos sobre otra persona supone respetar la independencia y la autodeterminación de los demás. Nuestros sentimientos hacia una persona o nuestra historia conjunta no nos da derecho a darle órdenes y a controlarla para que cumpla lo que se considera "normal" en una relación. Exploremos cómo comprometernos sin pisotear los límites y creencias personales de los demás. En lugar de buscar obligaciones en cada situación, dejemos que aquellos a quienes amamos escojan los caminos que les permitan mantener intacta su propia identidad, sin dejar que esto implique una crisis para la relación. Dejar a un lado los derechos y las demandas es la única manera de estar seguro de que tenemos una relación en la que los sentimientos son  verdaderamente mutuos. El amor no es más “real” cuándo las personas se comprometen simplemente porque eso es parte de lo que se espera que ocurra.

Encontremos nuestro conjunto básico de valores

¿Cómo deseamos ser tratados por los demás? ¿Cuáles son nuestros límites básicos y nuestras expectativas en todas las relaciones? ¿Con qué tipo de personas nos gustaría pasar la vida y cómo nos gustaría que funcionaran nuestras relaciones? Encontremos nuestro conjunto básico de valores y usémoslo para todos nuestros vínculos. No establezcamos excepciones y reglas especiales como manera de mostrar a las personas que las amamos "de verdad".

El heterosexismo está por todas partes pero no dejemos que eso nos asuste

Recordemos que hay un sistema normativo muy potente en vigor que dicta qué es el amor real y cómo debemos vivir. Muchos nos cuestionarán, tanto a nosotros como a la validez de nuestras relaciones, cuando no seguimos las pautas. Esforcémonos con las personas que amamos para encontrar fórmulas que contrarresten las peores y más problemáticas de estas reglas. Eso sí, luchemos por lo que realmente queremos, no simplemente contra las normas. Encontremos sortilegios positivos que neutralicen el encantamiento colectivo de la normatividad y no dejemos que sea el miedo el que domine nuestras relaciones.

Espontaneidad en lugar de obligación

Sentirnos libres de ser espontáneos para expresarnos sin miedo de castigos o de obligaciones es lo que da vida a las relaciones basadas en el anarquismo relacional. Organicemos nuestra vida de acuerdo al deseo de conocernos y explorarnos unos a otros y no de acuerdo a obligaciones y demandas, y a decepciones cuándo éstas no son cubiertas.

Imaginémoslo hasta conseguirlo

A veces puede parecer que hace falta ser un superhéroe para gestionar toda la ruptura que conlleva establecer relaciones que no siguen la norma. Una estrategia útil se basa en imaginar, cuando nos sentimos seguros e inspirados, que actuamos y reaccionamos como queremos hacerlo. Podemos inferir de este comportamiento simulado unas directrices sencillas y mantenerlas y aplicarlas después, cuando nuestro estado de ánimo no es tan propicio. En cualquier caso, busquemos el apoyo de otras personas que también desafían las normas y no nos reprochemos a nosotros mismos cuando la presión de las reglas establecidas nos lleve a comportamientos que no nos gustan.

La Confianza ayuda

Si decidimos asumir que las personas que queremos no desean hacernos daño, transitaremos un camino mucho más positivo que si nuestra aproximación es de sospecha y desconfianza, de necesidad de que la otra persona revalide constantemente que está en y por la relación. A veces hay tantas cosas sucediendo dentro de nosotros mismos que no nos queda energía remanente para mostrar nuestro cariño hacia los demás. Construyamos relaciones en las que los cambios y las retiradas sean aceptados y superados con facilidad, y en las que se ofrezcan muchas oportunidades de hablar, explicar, verse y ser responsables. Recordemos nuestros valores básicos y acordémonos de cuidarnos mucho a nosotros mismos también.

Cambiemos a través de la comunicación

En la mayoría de las actividades humanas hay algún tipo de norma preexistente que dicta cómo deben funcionar las cosas. Si queremos desviarnos de este patrón necesitamos comunicarnos. De otro modo, todo tiende a acabar siguiendo la pauta, dado que los demás se van a comportar de acuerdo a ella. La comunicación y las acciones conjuntas en pos del cambio constituyen la única forma de desvincularse de esta situación. Las relaciones radicales deben tener como eje central la conversación y la comunicación, no como un estado de emergencia que sólo asoma cuando hay "problemas". Comuniquémonos en un contexto de confianza. Estamos tan acostumbrados a que las personas nunca digan lo que realmente piensan o sienten, que hemos de leer entre líneas y extrapolar para averiguar lo que realmente quieren decir. Pero estas interpretaciones sólo se pueden construir basándose en experiencias previas, usualmente basadas precisamente en las normas de cuyo control quieres escapar. ¡Preguntémonos cosas, y seamos explícitos!

Diseñemos los compromisos a nuestra medida

La vida no tendría mucho sentido si no nos unimos a otras personas para conseguir cosas, como construir una vida en común, un hogar, criar niños o crecer juntos en lo bueno y en lo malo. Estos proyectos necesitan normalmente de mucha confianza y compromiso entre las personas. El Anarquismo Relacional no se basa en el rechazo al compromiso sino en que seamos nosotros mismos y quienes nos rodean los que diseñemos los compromisos, liberándonos de las normas que dictan que ciertos tipos de compromiso son ineludibles para que el amor sea real, o que ciertos proyectos como criar niños o convivir han de corresponderse con determinadas conductas y sentimientos.

 ¡Partamos de cero y seamos explícitos sobre qué tipo de compromisos queremos con los demás!

miércoles, 13 de julio de 2016

MIS MAESTROS, NUESTRA REFORMA

El ingreso de mi hermana a la escuela secundaria en la que yo estudié significó una reconexión, a través de sus historias, con la situación en la que continúa el plantel. Me ha alegrado saber que algunos profesores con los que yo cursé siguen dando clases; profesores que me permitieron lograr grandes aprendizajes y una buena preparación para el siguiente nivel.

A la par de esta situación, noto que más escuelas públicas de la Ciudad de México, dentro de la zona en la que vivo, se suman al pronunciamiento en contra de la reforma educativa propuesta por el gobierno federal. Esto se había manifestado mediante carteles en las puertas de entrada de primarias y secundarias. La polémica disputa ya la habían sostenido los maestros en otros estados del país tales como Oaxaca, Chiapas, Guerrero y Michoacán, lo que en primera instancia lució como inconformidad sindical, fue empeorando hasta agudizarse en prolongadas huelgas, manifestaciones y enfrentamientos policiacos, uno de ellos tan violento que dejó muertos y múltiples heridos.

Sin embargo, confieso, el asunto no había atrapado mi atención hasta que, días atrás, mi madre me comentó sobre la plática que sostuvieron ella y la profesora Rosalba, quien me impartiera la materia de Español II y que actualmente es maestra de mi hermana.

En esta plática, durante la salida de los alumnos, tocaron el tema de la Reforma Educativa; mi maestra, con su acostumbrado carácter fuerte y elocuencia, señaló su postura en contra de ella, explicando sus razones y recalcando que los medios de comunicación masivos no están siendo objetivos con el fenómeno, manipulando la información para favorecer la deteriorada imagen del gobierno.

Una propuesta protagónica de la Reforma consiste en evaluar a los maestros, cosa que, a priori, consideré buena idea. "Los maestros en contra de la Reforma Educativa no quieren ser evaluados" es el primer pensamiento que surge, lo cierto es que mi profesora fue el contraejemplo. Mamá me compartió cómo le contó mi maestra acerca de su experiencia en esa evaluación.

"Me llamaron para anunciarme la fecha de mi examen. Yo me presenté segura de mis conocimientos, claro que me dediqué a repasar y revisar estrategias didácticas. Cuánta decepción al leer ese examen y descubrir que era ajeno a mi labor docente. En lugar de eso, preguntas sobre leyes y reglamentos eran abundantes. Yo sí quise ser evaluada, porque me hubiera gustado saber en qué puedo mejorar, pero el resultado de un examen como ese no me dice nada acerca de mis objetivos."

En los días siguientes, otros maestros de mi hermana comentaban más al respecto. Hacía ya un par de semanas que ella realizó los exámenes del último bimestre, desde que yo iba a primaria y secundaria es bien sabido que los últimos días la carga de temas por revisar es mínima (algo que en bachillerato y licenciatura no vuelve a suceder); por tal motivo, las voces que corrieron entre profesores, trabajadores, padres de familia y alumnos sobre la posibilidad de unirse al paro nacional no nos sorprendieron del todo y tampoco nos preocuparon.

Fue así como el día martes 5 de julio se cerró la escuela. Algunas mamás repartían volantes y daban información, otros padres, ante esta situación, lanzaron la clásica consigna antihuelgas: "deberían ponerse a trabajar". El dato que difundían las mamás a favor mencionaba el cobro de cuotas mensuales más altas que la cuota anual que se pide, mencionando cifras concretas. Además de que, con la reforma, los libros gratuitos dejarían de serlo y la escuela debía encargarse del pago de impuestos, para lo cual, evidentemente, requerirá del forzoso apoyo de los padres de familia.

No faltó el padre en contra que no obtuvo respuesta satisfactoria ante el "¿eso en qué parte de la reforma viene?", aspecto que también a mí me dejaba insatisfecho.

¿Qué correspondía hacer? Leer la dichosa Reforma Educativa. No podía quedarme sólo con lo que ambos bandos me decían.

Hay una versión larga por el formato (una tabla con dos columnas: el "antes y después" de la reforma en la constitución) y una versión con las modificaciones ya expresas. Opté por la última para leerla a detalle, disponible en los sitios web de "pacto por México" y "cámara de diputados". Quienes han leído antes alguna ley, circular única o código en su vida (exceptuando la Constitución), tal vez estén de acuerdo conmigo en que su contenido esencial a menudo viene tapizado de un tedioso vómito de eufemismos y es fácil dejarse llevar por él. No obstante, recuerdo las palabras que alguna vez me compartió el abogado de mi preparatoria:

"Cuando alguien escribe una ley, siempre lo hará pensando en cómo beneficiar a sus amigos y perjudicar a sus enemigos, por supuesto, el chiste es no ser literal."

Leer entre líneas, pensar en las futuras ejecuciones de las fracciones y darse cuenta que, cada  vacío, ambigüedad o particularidad, fueron hechas a propósito. De esa ocasión en adelante, he aplicado el enfoque citado con las leyes que estudié en mi carrera [Seguros y Fianzas, Seguridad Social, Sistema de Ahorro para el Retiro, Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), Información Financiera, etc.] por lo que tengo cierta trayectoria transcurrida en lectura de verborreas legales.

Les resumo mi percepción de la Reforma en estos puntos.

1) ¿Qué esperas de una Reforma EDUCATIVA?

Bien, yo espero que me hable de políticas sobre planes de estudio, mapas curriculares, estrategias didácticas aprobadas por el sistema, revisión detallada del material proporcionado (en este caso, libros de texto) mediante comisiones especializadas y todo un protocolo para actualizar o modificar dichos rubros en términos del contexto social.

¿Saben cuánto se destina de la Refoma a tratar estos temas?

MEDIO PÁRRAFO, ambiguo, sin estructura y con mínima proyección. El resto, sépanlo, la vuelve una REFORMA ADMINISTRATIVA. Esto me preocupa realmente. He apoyado a mi hermana cuando tiene dudas sobre sus tareas, principalmente de Español y Matemáticas, y en esta última me he encontrado con imprecisiones y errores dentro de sus propios libros: el cambio gradual en el nivel de dificultad suele descuidarse, la redacción y planteamiento del problema son confusos en varios casos, sin mencionar que, en una edición de 5to de primaria, a un genio del diseño se le ocurrió poner fondos oscuros en secciones de páginas donde debía responderse con lápiz. Lo último no pareciera grave, pero es un reflejo de la escasez de revisiones por las que pasan estos libros, los cuales deberían ser un recurso aliado del docente.

La repercusión de negligencias así es que, si el régimen del partido político en cuestión continúa, ¿creen que volverán a legislar sobre la educación o darán por satisfactorio lo promulgado?

2) El acta de nacimiento del INEE. Muchas instituciones gubernamentales tienen su ley orgánica físicamente independiente de la constitución. Los redactores de esta Reforma dijeron "¿por qué no meter la del Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación ahí mismo?" El resultado, desde mi punto de vista, fue darle un auténtico relleno. A mí me deja una duda: si ya se contaba con organismos como el CENEVAL para diseñar evaluaciones en educación pública, en los niveles medio superior y superior, ¿por qué no ampliar sus funciones para abarcar al magisterio en lugar de crear otro costoso aparato burocrático? Nuevamente, este apartado no es educativo, es administrativo.

3) Los rezagos en el sistema educativo no son culpa sólo del docente, pero... Más de la mitad de  la reforma se ocupa sólo de modificar el magisterio.

Aclaro, en ningún momento los pretendo intocables ni creo que sea innecesario elaborar mecanismos de selección. Mi experiencia ha sido encontrarme, en 11 años como alumno en el sistema de la Secretaría de Educación Pública con 3 docentes que me hicieron pensar "¿cómo rayos le hizo para obtener el puesto en el que está?" Mientras que, en 7 años dentro de la UNAM (bachillerato y licenciatura) la cifra va en 13 profesores.
Es muy subjetivo, por supuesto, y justo por ese sesgo, debió ser menester aclarar en la Reforma, con lujo de detalle, cuál es el perfil profesional que el docente debe cumplir y con base en eso, cómo se estructurará la evaluación.

Otro aspecto que termina en suspenso es ¿qué ocurre con el contrato del docente si su permanencia en el puesto depende de una evaluación periódica? Nada garantiza que pueda acumular años de antigüedad y que, por lo tanto, llegue a edad de retiro cumpliendo los criterios de elegibilidad.

Y una vez más: esto lo vuelve una reforma LABORAL, no educativa.

Dos puntos más, pertenecientes a las fracciones transitorias, valen la pena destacarse:

4) Censo escolar: al fin se le da facultad al INEGI de contabilizar recursos humanos dentro del sistema educativo. Eso me parece muy valioso, sería un buen mecanismo de control sobre la supuesta supremacía corrupta del sindicato y será útil para mejorar el reparto presupuestal (escuelas rurales en condiciones precarias dentro de un país que destina gran parte del gasto a la educación resulta terriblemente contradictorio); era urgente implementar la herramienta estadística en ese ámbito. Pero, siendo más crítico, esa propuesta bien pudo ser un decreto institucional, de esos que frecuentemente salen en el Diario Oficial, más pronta y pragmática que una reforma constitucional. ¿Esto es educativo? ¡Tampoco! Es completamente administrativo.

5) Tercera fracción del quinto transitorio: Autonomía de gestión. Esta es la manzana de la discordia entre tutores. El gobieno otorga autogestión a las escuelas, involucrando a padres de familia "a colaborar para solucionar los retos que esta enfrenta". No sé ustedes, pero para mí, esto es el 'sello de autenticidad neoliberal', el principio es este: "yo, gobierno, necesito aligerar la carga administrativa, así que, Escuela: aquí está el recurso económico que planeaba darte y hazte bolas con él." Por supuesto, a la larga y con malos manejos, esto puede significar carestía, ¿y quiénes deberán aportar? Los tutores de los alumnos. Más de lo mismo, con tendencia a empeorar.  ¿Hay cifras de cuotas explícitas? No, y no me consta que sea inmediato, pero advierto que sí es posible; la puerta está entreabierta a dichos escenarios. Entonces, evidentemente cabe reconocer que ha habido intención de alterar la información en ambas posturas: una de ellas se empeña en hacer del docente en protesta un enemigo sociópata, y la otra en asustar a los bolsillos de los demás para tomar partido.


Sin embargo señalo que, en efecto, los altos índices de pobreza y desigualdad hacen riesgosa la propuesta de una autogestión, además de que no ataca el problema que han acusado en el sistema educativo. Si acaso es cierto que la Coordinadora Nacional de Trabajadores por la Educación (CNTE) absorbe gran parte de los recursos destinados a las escuelas, ¿no sería más inteligente controlar más, en lugar de 'soltar', dicha gestión?

No debería hacer énfasis, pero, por si queda duda: esta sección tiene de educativa lo que yo tengo de atleta profesional.

Concluyo que ahora entiendo el porqué de la inconformidad. No todas las quejas o rumores tienen fundamento, para eso es indispensable informarse, no obstante, desde mi perspectiva como alguien que ha sido alumno, profesor y tutor, me parece que sí se necesita una reforma educativa, pero una de verdad, no este intento cobarde y por demás insuficiente de tapar el Sol con un dedo; un traje de gala mal confeccionado. Asuntos laborales y administrativos deben ser clasificados como tales, y los temas que competen al concepto de Educación urgen ser tratados por expertos en el tema.

Independientemente de que los conflictos de los maestros disidentes y su proceder sean criticables, pretender que su único objetivo es mantener 'sus privilegios' es quedarse con un muy pobre análisis, sobre todo si no se hizo una revisión mínima del contenido de la reforma que buscan debatir. Tampoco soslayaré que si tú tienes problemas laborales y sales a las calles a exigir tus derechos, por mucha molestia que me causes, jamás aprobaré que te lastimen gravemente ni mucho menos, que la autoridad gubernamental acabe con tu vida.

Esta reflexión me dio seguridad para defender mis convicciones, algo que fue muy útil en la mañana siguiente, pues en la puerta de mi secundaria, la situación se puso bastante tensa y el calor del debate desbordó a más de uno.

Pero esta intervención la continuaré en una segunda parte.


lunes, 11 de julio de 2016

SER UNIVERSITARIO

"Cuando tengas un título universitario, podrás estar seguro de una cosa: ¡Que tienes un título universitario!"



Recuerdo esta frase de un libro de poemas y pensamientos concebidos por múltiples autores, propiedad de mi madre. No lo conservo físicamente, pero en mi niñez, rondaba por la casa, convirtiéndose en uno de los primeros libros que elegí para hojear. Por esta misma ausencia, desconozco la autoría de la cita inicial, pues el libro no resistió el paso del tiempo, lamentablemente. Sé que estará a algunos clics de distancia en Google, pero mientras tanto, sólo se la atribuyo al compilador de dicha antología: Roger Patrón Luján.

Lo que preciso aquí es observar cuánto tiempo permanecieron esas palabras en mi memoria. No tenía más de diez años cuando las leí, y por supuesto, no las entendí. Incluso me parecieron un mal chiste, he de admitir.
Ahora me encuentro virtualmente cerca de obtener un título universitario (tan cerca o tan lejos como un proyecto de tesis lo permita) y reaparece ese pensamiento, esta vez considero que puedo decir más al respecto de su contenido; ya que vivir la travesía por el título me deja muchas preguntas, y una de las más importantes es, después de todo, ¿qué implica ser universitario?

Llegar a esta etapa representa materializar, en nuestras vidas, el sueño de muchas otras. Un sueño que en ocasiones se impone, como si se tratara de la "versión oficial de la buena vida". Es frustrante cuando no se alcanza en tiempo y forma deseados, en un país que, tal parece, se opone a permitir la oportunidad de que todos aquellos que busquen ser universitarios, accedan a ello; ya sea por cuestiones económicas, por la escasez de espacios, por el bombardeo de distractores, por un futuro sin garantía.

Llegar a ser universitario en una opción educativa del ámbito privado es permitirse costear una inversión enorme, quedando entonces a merced de un sistema selectivo por el estrato socioeconómico, ¿y qué tal el saturado sistema público? Pues es justo eso: saturado. Entrar no es fácil, una vez dentro, vives una amplia gama de carencias, comúnmente orquestadas por una administración desastrosa. Se vuelve una suma de retos, y visto en medio de tanta adversidad, el orgullo suele ser lo único que te mantiene en pie para hacerles frente. Ese orgullo, saben, es un arma de doble filo, es decir, tiene cualidades y defectos capaces de contrarrestar su mérito, hay que saber cómo usarlo.

Pertenecer a mi universidad me motiva, me hace sentir congratulado por formar parte de su historia, y este acto me confiere la responsabilidad de mejorar su calidad, aportar algo positivo a su legado. Es buscar hacer algo más que 'vivir al día', con toda la honradez y respeto que deben atribuirse a dicha circunstancia. Mi mente ha debido analizar, cuestionar, comprender y debatir más acerca de lo que está a mi alrededor, e incluso, lo que está dentro de mí; no puedo entonces permitirme seguir cayendo en el prejuicio, la falacia, la brutalidad y la apatía ante los asuntos de una sociedad que contiene a quienes han mantenido a flote el proyecto de la educación pública: los ciudadanos contribuyentes y los que han trabajado a favor de su progreso.

¿Cuáles son los problemas a los que mi ideario se enfrenta? Un ideario que probablemente compartas conmigo:


  • La deshumanización: "tú estás configurado para dedicarte a tu área y absolutamente nada más debería importarte"


  • La superioridad clasista: "estar en donde estoy me hace mejor que tú, y te hace merecedor de mis insultos e incapaz de contradecirme."


  • El complejo de inferioridad frustrada: "por ser universitario y mencionarlo, doy por sentado que ya te crees mejor, y eso me ofende."

Lástima que esos dos últimos procedan del temor de algunas personas a que no se les otorgue el lugar que ellos mismos deben buscarse.

Un cuarto aspecto con el que también se lucha es con el 'cangrejismo', como ser humano debo reconocer que la búsqueda del bien común no es del interés de todos. Si, como universitario, decido no formar parte del conjunto de individuos que, en la competencia, pone el pie u obliga a retroceder, demerita a su colega y guarda todo para sí, entonces podré ofrecer un apoyo significativo y digno, en el que logre abrir puertas y reconocer capacidades.

Este apoyo se basará en lo que he debido analizar para aprender, y no en lo que memoricé para después olvidar.  Va más allá del papel que certifica de qué me licencio, porque no se trata de aspirar a una nobleza ajena a nuestros días, se trata de retribuir, de continuar aprendiendo, sabiendo que es el principio y no el final de mi adquisición de conocimientos, de cuestionarlo todo de manera propositiva, que "lo que siempre ha sido" no es razón de conformidad, y no habrá fanatismo ni imposición capaz de someterlo. En pocas palabras: se trata de crear conciencia, y es una responsabilidad muy grande.

Mientras no asuma la vocación de servicio, la lógica en mis argumentos y la congruencia en mis actos, mi título, mi carta de pasante, mi servicio liberado, sólo serán papeles sin mayor valor que el que la burocracia permita. La proposición no podría ser más clara, vista de esta manera: ese añorado papel no me dará las virtudes que quiero prodigar, lo dará mi andanza en el camino para llegar a él, mis valores puestos como cimiento. Eso es lo que necesito demostrar sin dar nada por sentado.

Hasta entonces, apelo a esa afirmación.  Cuando tenga el título universitario, ese sólo acto, no significará más que una cosa: que tengo un título universitario.


The Rasmus - In the Shadows