"... Era un pajarillo de blancas alas,
de balcón en balcón, de plaza en plaza,
vendedora de amor, ofrecedora
para el mejor postor de su tonada..."
de balcón en balcón, de plaza en plaza,
vendedora de amor, ofrecedora
para el mejor postor de su tonada..."
-."Pajarillo" José María Napoleón. 1977
La noche cubría ya mi trayecto a casa, mirando sin mirar, pensando en la nada, hasta que hubo alguien que delicadamente logró retirarme de mi trance autoinducido para invitarme a uno nuevo, regido por su semblante y su mirada; de repente ya no miraba sin mirar, y mis pensamientos dispersos dieron lugar a uno solo: aproximarme a quien tuvo el control, en cuestión de segundos, de instantes en mi vida que pudieron encaminarse al olvido fácilmente.
"Ya te he visto antes" pensé, "pero esta es la primera vez que siento algo distinto con tu llegada, como si siempre estuvieras ahí", seguramente fue así, pero mi habitual estado de sopor me impedía reparar en el campo enrarecido entre nosotros, intensificando ahora su energía turbia cuando tu mirada volvió a cruzarse con la mía, y cuando fuiste tú quien lentamente se aproximó, ante mi ya inútil intento de disimular mi asombro... ¿será posible que algo así me esté sucediendo?
Las preguntas en mi mente permanecieron allí, surgiendo con cada vez mayor velocidad cuando la cercanía entre ambos era tal que resultaba en roces 'involuntarios' de misteriosa satisfacción: "No, alto..." alertó mi conciencia, "no es el lugar, no es el momento, por Dios, ¿qué edad tiene? ¿qué pretende? ¿qué pretendes tú?" Pero el cuerpo, naturalmente, ya no respondía a las interrogantes, el silencio reinó en nosotros y eso mantuvo intactas las múltiples sensaciones que ambos nos procuramos a hurtadillas; después tuvo que alejarse, nuestros caminos divergieron, traté de romper el silencio con un susurro débil e imperceptible "...Quédate", cuando ya no podía escucharme.
Con la adrenalina y el asombro al máximo volví en mí, en soledad luego de la intensidad, pocas veces había experimentado algo así, y esta fue la primera con casi tan completos elementos, de la nada a una mirada, a una media sonrisa, a un acercamiento, al tacto sutil, al tacto sugerente... No, no vuelvas a caer ¿qué clase de indecencia?.... ¿Indecencia para quién? ¿Acaso me importa? Qué más da si alguien con cualidades estéticas tan vibrantes se ha fijado en mí y ha resultado así de impecable: una piel morena de soberano ardor, unos ojos que podrían aparentar frialdad y timidez, vaya sorpresa, una altura y condición física ciertamente presumibles... ¿no seré un idiota si dejo pasar la oportunidad?
"... Y se llamaba... No sé, nunca lo supe, nunca le pregunté, nunca dispuse de su tiempo y su piel, era un mocoso, y tan sólo le miré de pozo en pozo."
Admito, en noches posteriores, haber permanecido más tiempo del necesario, aguardando para forzar la casualidad... y nada durante ciertos días, hasta observar con certeza que era la noche de los viernes su noche... nuestra noche.
No todos los viernes quise que fuera así, ni todos los viernes quiso acceder a lo que en la ocasión primera se dio, pero las intensas miradas fugaces prevalecían, en parte circulaba el necio, juguetón e infortunado hábito de"darse a desear" sin precedentes para mí, pero por otro lado, se vislumbraba algo semejante a la culpa "¿es correcto esto?" Desde luego que no, pero ¿hasta dónde estábamos dispuestos a ignorarlo?. Fue intrigante el notar que en una ocasión prefirió desviar su camino, y en otra me sentí perseguido por sus decididos pasos en un trayecto que ya no le pertenecía... esto estaba llegando muy lejos, si no nos hablábamos, mi imaginación seguiría fraguando junto con el idealismo, las más delirantes y peligrosas situaciones..
No todos los viernes quise que fuera así, ni todos los viernes quiso acceder a lo que en la ocasión primera se dio, pero las intensas miradas fugaces prevalecían, en parte circulaba el necio, juguetón e infortunado hábito de"darse a desear" sin precedentes para mí, pero por otro lado, se vislumbraba algo semejante a la culpa "¿es correcto esto?" Desde luego que no, pero ¿hasta dónde estábamos dispuestos a ignorarlo?. Fue intrigante el notar que en una ocasión prefirió desviar su camino, y en otra me sentí perseguido por sus decididos pasos en un trayecto que ya no le pertenecía... esto estaba llegando muy lejos, si no nos hablábamos, mi imaginación seguiría fraguando junto con el idealismo, las más delirantes y peligrosas situaciones..
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Fue tarde para pensarlo, ya no había motivos para frecuentar ese camino a esas horas, mi nueva rutina me hizo desfasarme de la suya y, aunque sí había manera de desafanarme, consistía en animarme a la locura de pasar por allí sólo para esperarle, no es mi estilo, aún conservo un poco de orgullo, pensé.
No obstante, después de haber forzado a la casualidad durante casi un año, tuvo que pasar uno más para que la casualidad obrara a mi favor (o en mi contra, cuestión de enfoques) y el reencuentro se dio, esta vez, en sentido contrario y con el amanecer como escenario, con aún la oscuridad suficiente para ser cómplice, y vaya que lo fue, aún me recordaba y era el gozo absoluto: como la primera vez, no, más fuerte que la primera vez, llegando más lejos que la primera vez... más preocupante que la primera vez... Intentó probar hasta dónde llegaba mi pudor en otro intento furtivo de seducción: No. Paré en seco, debí imaginar que sólo se trataba de eso, y aunque la líbido se respiraba de manera intoxicante, no estaba dispuesto a meterme en problemas embarazosos sólo por capricho suyo.
"Y aún tenía la rosa de su piel,
y más grande la espina"
y más grande la espina"
El barullo mental comenzó a atacarme, era increíble encontrar entre algunas de las resoluciones el simplemente aceptar sus insinuaciones y dejarse llevar, hasta huir a su lado donde deseara acompañarle, total, el atractivo prevalecía, el hedonismo azotaba los barrotes de la jaula en donde había permanecido por tantos años, la conciencia estaba perdiendo la batalla...
Mientras meditaba al respecto, decidí alejarme, hasta que mi suerte me llevó al más desagradable reencuentro: allí se encontraba nuevamente, sin notar mi observación, y como era de esperarse, estaba con alguien más, igual o más joven que yo, llevando a cabo el mismo ritual que me causó tantos desvelos, que creí único: bravo, ingenuo, bravo. Bien lo escribió el autor español "Alas" Clarín, citando a Shakespeare, en su mejor narración: "Estos jóvenes pálidos que no beben vino acaban por casarse con meretrices", adaptado a este caso, con proporciones guardadas. Así es su vida, ¿y por qué no? Era libre de hacerlo: pajarillo de blancas alas.
Mientras meditaba al respecto, decidí alejarme, hasta que mi suerte me llevó al más desagradable reencuentro: allí se encontraba nuevamente, sin notar mi observación, y como era de esperarse, estaba con alguien más, igual o más joven que yo, llevando a cabo el mismo ritual que me causó tantos desvelos, que creí único: bravo, ingenuo, bravo. Bien lo escribió el autor español "Alas" Clarín, citando a Shakespeare, en su mejor narración: "Estos jóvenes pálidos que no beben vino acaban por casarse con meretrices", adaptado a este caso, con proporciones guardadas. Así es su vida, ¿y por qué no? Era libre de hacerlo: pajarillo de blancas alas.
... Desearía decir que el relato terminó aquí, que la dignidad se mantuvo fuerte hasta el final, pero quizá la debilidad confabuló nuevamente con la casualidad, y tuvo que pasar casi un año más para que, después de no habernos visto, la coincidencia de nuestros caminos se diera en otro plano, ahora en el atardecer, claro, de lunes a jueves, por lo que de alguna manera ya conocía bien su horario de trabajo sin saber su nombre: y esta vez, sin pensarlo más y con una mirada convenenciera al pasado, fui yo quien decidió seguir su camino y hablarle:
-¿Cómo has estado? Es curioso volvernos a encontrar.-
Tomé por sorpresa su andar meditabundo y se asustó -¡Perdón! No quise espantarte- una leve risa salió de mí al ver una reacción suya que no me había tocado presenciar.
-No te preocupes, me sorprendiste, claro que te recuerdo, es bueno verte ¿qué edad tienes niño?-
Su voz, algo nuevo para mí, sugería despreocupación, pero estaba claro que al decirme niño no quiso creer los años que tenía...
-Aún así -respondió- casi te doblo la edad, ¿seguro que quieres intentarlo todo conmigo? Aquello que vivimos antes no se compara en nada con lo que podemos hacer.-
"Y sonreía al pasar de los mirones, bajo de aquel farol, noche tras noche..."
¿De verdad quiero esto? ¿tanto lo necesito? Como hombre, bien dice el estereotipo, no debería pensarlo mucho; pero notó mi inseguridad y tomó una rara postura en cuanto a darme consejos se refiere, como si fuera un hijo suyo (¿tendría hijos?) Ninguno, sin compromisos, afirmó. "Cuídate, protégete, podrías disfrutar más si buscas a alguien de tu edad..." bla bla bla... Entonces ¿qué rayos fue lo de años atrás? Y para terminar con las contradicciones, me pidió mi número para seguir en contacto "¿quién dijo que no tengo interés en ti?" Algo en mí mantuvo el ceño fruncido, pero el resto no pudo ocultar la inmadura y testaruda emoción del "¡por fin, después de tantos malditos años te armaste de valor!" Y así fue como nos empezamos a desconocer, casi en la puerta de su casa nos despedimos, no pasó nada ese día, sólo la promesa de lo que podría pasar...
Me compartió de todo: relatos soeces, imágenes explícitas (estéticamente bien cuidadas, debo reconocer que la fotografía y el modelaje eran virtudes suyas) y fue asediando a los devastadores entes del deseo, hasta hacerlo desbordar:
-"Hoy tengo ganas de ti, ya tomaré después mis precauciones..."
-Ok, adelante.
Con hormona al máximo y neurona al mínimo salí, obseso, rumbo a su hogar, y después de esperar tanto, su aparición no se dio... Un mensaje suyo me gritó la estupidez que estaba haciendo, escribiéndome: "Vamos, hombre, te dije que buscaras a alguien de tu edad, ¿qué intentas? ¿Estás acosándome? Cuidado"
"...Se le acabó el color, y hasta el aliento..."
Ahora el acosador era yo, 'pobre pajarillo'. Yo, Sinuhé el Egipcio, encontré a mi NeferNeferNefer, yo, mosca sabia, encontré a mi Musca Vomitoria... pero antes de terminar empobrecido y aplastado como mis dos héroes de ficción anteriores, decidí marcharme, decidí eliminar su contacto, decidí recapacitar hasta dónde la fantasía del deseo carnal es capaz de llevarme, una trampa mortal, para haber creído que era libre dentro de una nueva jaula, títere de sus caprichos...Ese no era yo, había demasiado qué perder y fue claro desde el principio, sólo que el enervante frenesí no me dejaba verlo claramente. Me fui sin retroceder.
Si bien nuestros caminos han vuelto a coincidir después, son muchas y muy fáciles las formas de evadirte, y como cualquier persona, seguí mi andar ignorándote, ya no necesito que te quedes. Aprendí de ti, pajarillo, que debo tener cuidado con lo que deseo, pues no siempre sé exactamente lo que quiero y que, como el Marqués de Sade escribiría: "mejores campos hay donde puedo hundir mi arado".
"Se llamaba... No sé... Y sonreía.
Y era un pajarillo de blancas alas,
de balcón en balcón, de plaza en plaza..."
Y era un pajarillo de blancas alas,
de balcón en balcón, de plaza en plaza..."
**Telón**
La canción telonera:
"La mosca sabia", de Leopoldo "Alas" Clarín
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