martes, 31 de marzo de 2015

CINCUENTA SOMBRAS DIFUMINADAS (Crítica)

Claro, claro, yo lo sé: "¿Pero quién te manda a caer en el tan satanizado género de literatura Pop, a ser víctima de su barata máquina mediática perfumadora de basura y manipuladora de masas... Etc. Etc. Etc?" La cínica respuesta que se me ocurre es que nadie me mandó, así de simple; seguro les ha pasado, cuando buscas algún libro qué leer en realidad es el libro quien termina encontrándote, las circunstancias y el destino cumplen con la labor de hacerlo llegar a tus manos sin necesidad de elegirlo directamente. Para la trilogía 50 sombras, a los agentes del destino que debo agradecer son a Xóchitl, Joaquín y Guillermo, y es en serio, les agradezco mucho porque, con la oportunidad que me brindaron de haber leído de principio a fin los tres libros que componen esta saga, me veo libre de prejuicios y ávido de juicios entorno al fenómeno total,para lo cual dedicaré esta entrada. Una posición bastante más respetable la mía, que la de aquellos terceros que, con poco o nulo fundamento, han lanzado críticas limitadas y tergiversadas a sólo partes de dicha historia, pero eso lo analizaré más adelante, entremos en materia:
sin más qué cuestionar y con suficientes ganas de asombrarme, a finales del año pasado me adentré en el mundo de Anastasia Steele y Christian Grey.



 Ana, en primera persona, va narrando su encuentro con el millonario empresario que, a raíz de una incómoda entrevista que debe hacerle, cubriendo a su amiga, comienza a notar un peculiar e inesperado interés de él en conocerla mejor. Ventaja reproductiva el hecho de añadir al personaje de Christian Grey las cualidades físicas excesivas para ser considerado un hombre sumamente atractivo, contrastando con la infravaloración que Ana Steele hace de ella misma, aunada a su perfil despistado y gris, lo cual provoca que los acercamientos que Christian intenta despierten en ella más suspicacia que entusiasmo.

A su vez, Christian se presenta como un personaje misterioso, obseso y controlador, que "quiere y no quiere" a Anastasia... Pronto se revela el porqué, y ese, según muchos, es el gancho de la novela para bien o para mal: las prácticas sexuales que Grey realiza hace que su búsqueda de mujeres no involucre el amor, disfruta de tener sumisas que satisfagan sexualmente sus placeres vinculados con el dolor que puede infringirles. No obstante, dado el perfil público que debe resguardar y el feeling empresario que posee, las relaciones con sus sumisas las regula mediante estrictos contratos. Por otra parte, Ana tiene mínima experiencia en tales asuntos, siendo tan novedoso el trato que Christian le procura, no le resulta difícil enamorarse, pero principalmente encuentra interés en descifrar qué hay detrás de la frialdad en sus hábitos. Esa es la parte que la minoría aclama de la historia, aquella donde Ana va avanzando en la trama, adentrándose poco a poco en la psicología de Christian Grey, mostrando a un joven lleno de complejos e infortunios en su pasado que le han hecho infravalorarse también pese a sus muchas virtudes, afectando principalmente su capacidad de amar y sentirse amado.
Hasta aquí el resumen SÓLO DEL PRIMER LIBRO, no hay más resúmenes para no arruinar lecturas, vienen entonces las críticas:  

El primer libro: "Cincuenta sombras de Grey", a mi gusto, resulta ser poco menos que mediocre. Es el primero de la autora E.L. James, pero algo en el ritmo de la trama te hace sentir que ya tenía tan bien pensado el hecho de contar con una segunda parte, que dejó a la primera carente de más       elementos con mayor emoción, dejando un final brusco y en cierta forma, decepcionante... Recuerdo haber terminado de leerlo y no sentir mucho entusiasmo por buscar el segundo libro, pero mis amigos nuevamente hicieron que esa segunda parte me encontrara. Otro asunto del primer libro son los errores de principiante que en mi opinión comete: los pensamientos de Ana recurren en toda la novela, hasta llegar al fastidio, a frases como "una corriente eléctrica recorrió mi cuerpo con sus dedos", "la diosa que llevo dentro..."   e ideas sobre lo muy atractivo que es él, y lo poco atractiva que se siente ella, una y otra vez, casi con las mismas palabras; se supone que ella estudia literatura inglesa, ¿no debería tener un vocabulario mental más vasto?

En efecto, el libro describe los actos sexuales, y la idea de que 50 sombras "no es más que porno para monjas" (ocurrencias de un meme) resulta un tanto injusta en la parte "no es más que", pero en la otra parte... tal vez. Digamos que, como literatura erótica, dista de ser la mejor en el género. El Marqués de Sade es mi único referente, no los compararé directamente pues la competencia es desleal, pero en ocasiones parecía que E.L James daba más una lista de acciones ("Hicimos esto, aquello, orgasmo, fin") que una descripción de sensaciones al momento de narrar los actos sexuales, sí mejora, incluso lo puedes apreciar conforme va avanzando el libro, pero tiene tan pocos recursos narrativos y los repite sin cesar en cada secuencia donde involucra sexo que, en mi opinión, no destaca con gran fuerza, llega a ser más vibrante la acción psicológica, y en algunos casos, la escena sexual se convierte en una pausa literaria.

"Cincuenta sombras más oscuras": el temor sobre el mal augurio de las secuelas quedó completamente superado, realmente quedé complacido con la evolución de Ana Steele dándole más congruencia, la trama mejora en ritmo y calidad, Grey sigue sin defraudar, y la inclusión en relevancia de personajes como Elena Robinson, Leila Williams y Jack Hyde le dan los estupendos giros dramáticos de los que tanto careció su predecesor. Imagino a una autora mejor asesorada, o bien, sin miedo a detallar todos aquellos elementos que prefirió ahorrarse en el inicio. Los relatos sexuales pasan a un segundo plano, y allí funcionan mucho mejor para mí, con más naturalidad y menos pretensiones ahogadas en pocas palabras: un clímax y un final donde al fin el término "intenso" realmente se compagina con la historia, y que ahora sí, deja el entusiasmo por el tercero.


Y por último pero no menos importante: "50 sombras liberadas" con un comienzo confuso al estrenar reminscencias, haberme acostumbrado a su linealidad temporal me hizo frenar un poco, sin embargo lo tomo como un acierto, E.L. James decidió arriesgarse más en cuanto a técnicas narrativas y eso se aplaude, la historia ofrece nudos importantes, situaciones difíciles y pasiones más controladas pero bien esgrimidas. Como en pocas historias, el desenlace ata los cabos sueltos necesarios, y remata con un epílogo que me gustó más de lo que creí (suele ser esa sección la sepultura de muchas historias). 

Y a final de cuentas, terminé disfrutando todo el vaivén de Ana y Christian, una lectura rápida, fluída y, con un poco de paciencia ante los estancamientos de la trama a lo largo de la saga, es también una lectura nutrida, un poquito de análisis sobre el comportamiento humano resulta de lo más prudente, la historia sí alcanza esos grados de madurez y vale la pena reivindicarla, sobre todo por la frivolidad con la que es juzgada.

                       

                             
La que, por más que lo intente, no puedo defender, ¡es la película! No quise verla hasta terminar de leer la saga, y así me enfrenté a la tormentosa relación entre la adaptación de un libro al cine y su expectador, un lector anticipado. Pero llegó ese momento hace pocos días y ... fue mucho más mala de lo que pensé y de lo que escuché. Al grado de decir que es uno de los peores filmes que he visto en mi vida. ¡Aburrida y pésimamente actuada!
Por anticipado contó con tres aspectos negativos: 

1) El actor que interpretaría a Christian Grey tuvo entre sus contendientes por gusto de la gente al brillante protagonista de la serie White Collar, Matt Bomer:


y la ridícula razón por la que la directora decidió negarle el papel fue por su homosexualidad, cuando irónicamente el mismo personaje Christian Grey, en la historia, es objeto de rumores sobre ser homosexual por su ausencia de mujeres acompañantes en eventos públicos. Resultando retrógrada la lógica detrás de dicho veredicto: un homosexual no puede caracterizar personajes heterosexuales... Curioso que el personaje principal de White Collar, tan complicado como elegante, sea indudablemente heterosexual.

  

2) Adaptación difícil y forzada: la gran mayoría de las situaciones y reflexiones clave en la novela se sitúan en la mente de Anastasia, recurrir a planos alternos implica siempre un riesgo de credibilidad para una historia que pretende ser realista.


3) Por las deficiencias del primer libro, las expectativas personales sobre el primer filme no se encontraban muy altas, no obstante, como preludio a la idónea segunda parte, valía la pena observar en qué condiciones dejaba el repunte a la secuela.

Los resultados:

Personajes acartonados: fuera de resultar interesantes, complejos e intrigantes, más parecieron inmaduros, caprichosos y torpes, la ausencia de las líneas de pensamiento deja enormes vacíos y una acción prácticamente nula.

En cuanto al contenido sexual, sólo quiero puntualizar que la clasificación C le quedó enorme, cae muy por debajo de la mojigatería.

Detalles faltantes: sé que una de las afecciones comunes que sufren los libros al querer ser producidos para la pantalla grande consiste en eliminar detalles menos relevantes para no saturar tiempos ni complicar la trama: pero aspectos como la preocupación de Grey por la alimentación de Ana, las heridas corporales de Christian, los ojos en blanco, morderse el labio, de todo eso hubo nada en absoluto, bastaba con la dirección de cámara apropiada o una sola línea de diálogo que diera referencia a situaciones con razón de peso para su seguimiento en los libros posteriores. Fue cortado de tajo, volviendo a la historia aún más superficial de lo que se ha visto juzgada, es decepcionante lo sosa y plana que resultó, a falta de todos estos elementos; el soundtrack es lo único rescatable, y eso a cuentagotas. Como producto mercantil sirvió, tuve un acompañante ajeno a la saga de libros, el cual consideró a la cinta "palomera"  a secas, para pasar el rato. 

No obstante, como muestra artística, la cinta es digna de echarse al olvido, es nulo el entusiasmo por ver la segunda parte, pero quién sabe, quizá el destino y sus agentes confabulen una vez más, si tales planes se ejecutan ya me veré escribiendo sobre la secuela en función de las circunstancias... Mientras tanto, me resultará invariable el concluir  ahora y después que, cuando se trata de adaptaciones de la literatura al séptimo arte, al adinerado mundo de la cinematografía, la más precisa, vibrante, flagrante, lasciva y entrañable producción es aquella que yace en nuestra imaginación.


Referencia Matt Bomer:

lunes, 30 de marzo de 2015

"PAJARILLO" (Relato)

"... Era un pajarillo de blancas alas,
de balcón en balcón, de plaza en plaza,
vendedora de amor, ofrecedora
para el mejor postor de su tonada..."

-."Pajarillo" José María Napoleón. 1977

La noche cubría ya mi trayecto a casa, mirando sin mirar, pensando en la nada, hasta que hubo alguien que delicadamente logró retirarme de mi trance autoinducido para invitarme a uno nuevo, regido por su semblante y su mirada; de repente ya no miraba sin mirar, y mis pensamientos dispersos dieron lugar a uno solo: aproximarme  a quien tuvo el control, en cuestión de segundos, de instantes en mi vida que pudieron encaminarse al olvido fácilmente.

"Ya te he visto antes" pensé, "pero esta es la primera vez que siento algo distinto con tu llegada, como si siempre estuvieras ahí", seguramente fue así, pero mi habitual estado de sopor me impedía reparar en el campo enrarecido entre nosotros, intensificando ahora su energía turbia cuando tu mirada volvió a cruzarse con la mía, y cuando fuiste tú quien lentamente se aproximó, ante mi ya inútil intento de disimular mi asombro... ¿será posible que algo así me esté sucediendo?

Las preguntas en mi mente permanecieron allí, surgiendo con cada vez mayor velocidad cuando la cercanía entre ambos era tal que resultaba en roces 'involuntarios' de misteriosa satisfacción: "No, alto..." alertó mi conciencia, "no es el lugar, no es el momento, por Dios, ¿qué edad tiene? ¿qué pretende? ¿qué pretendes tú?" Pero el cuerpo, naturalmente, ya no respondía a las interrogantes, el silencio reinó en nosotros y eso mantuvo intactas las múltiples sensaciones que ambos nos procuramos a hurtadillas; después tuvo que alejarse, nuestros caminos divergieron, traté de romper el silencio con un susurro débil e imperceptible "...Quédate", cuando ya no podía escucharme.

Con la adrenalina y el asombro al máximo volví en mí, en soledad luego de la intensidad, pocas veces había experimentado algo así, y esta fue la primera con casi tan completos elementos, de la nada a una mirada, a una media sonrisa, a un acercamiento, al tacto sutil, al tacto sugerente... No, no vuelvas a caer ¿qué clase de indecencia?.... ¿Indecencia para quién? ¿Acaso me importa? Qué más da si alguien con cualidades estéticas tan vibrantes se ha fijado en mí y ha resultado así de impecable: una piel morena de soberano ardor, unos ojos que podrían aparentar frialdad y timidez, vaya sorpresa, una altura y condición física ciertamente presumibles... ¿no seré un idiota si dejo pasar la oportunidad?      

"... Y se llamaba... No sé, nunca lo supe, nunca le pregunté, nunca dispuse de su tiempo y su piel, era un mocoso, y tan sólo le miré de pozo en pozo."   
   
Admito, en noches posteriores, haber permanecido más tiempo del necesario, aguardando para forzar la casualidad... y nada durante ciertos días, hasta observar con certeza que era la noche de los viernes su noche... nuestra noche.
No todos los viernes quise que fuera así, ni todos los viernes quiso acceder a lo que en la ocasión primera se dio, pero las intensas miradas fugaces prevalecían, en parte circulaba el necio, juguetón e infortunado hábito de"darse a desear" sin precedentes para mí, pero por otro lado, se vislumbraba algo semejante a la culpa "¿es correcto esto?" Desde luego que no, pero ¿hasta dónde estábamos dispuestos a ignorarlo?.  Fue intrigante el notar que en una ocasión prefirió desviar su camino, y en otra me sentí perseguido por sus decididos pasos en un trayecto que ya no le pertenecía... esto estaba llegando muy lejos, si no nos hablábamos, mi imaginación seguiría fraguando junto con el idealismo, las más delirantes y peligrosas situaciones..
.
Fue tarde para pensarlo, ya no había motivos para frecuentar ese camino a esas horas, mi nueva rutina me hizo desfasarme de la suya y, aunque sí había manera de desafanarme, consistía en animarme a la locura de pasar por allí sólo para esperarle, no es mi estilo, aún conservo un poco de orgullo, pensé. 

No obstante, después de haber forzado a la casualidad durante casi un año, tuvo que pasar uno más para que la casualidad obrara a mi favor (o en mi contra, cuestión de enfoques) y el reencuentro se dio, esta vez, en sentido contrario y con el amanecer como escenario, con aún la oscuridad suficiente para ser cómplice, y vaya que lo fue, aún me recordaba y era el gozo absoluto: como la primera vez, no, más fuerte que la primera vez, llegando más lejos que la primera vez... más preocupante que la primera vez... Intentó probar hasta dónde llegaba mi pudor en otro intento furtivo de seducción: No. Paré en seco, debí imaginar que sólo se trataba de eso, y aunque la líbido se respiraba de manera intoxicante, no estaba dispuesto a meterme en problemas embarazosos sólo por capricho suyo.

"Y aún tenía la rosa de su piel,
y más grande la espina"

El barullo mental comenzó a atacarme, era increíble encontrar entre algunas de las resoluciones el simplemente aceptar sus insinuaciones y dejarse llevar, hasta huir a su lado donde deseara acompañarle, total, el atractivo prevalecía, el hedonismo azotaba los barrotes de la jaula en donde había permanecido por tantos años, la conciencia estaba perdiendo la batalla...
                                          
Mientras meditaba al respecto, decidí alejarme, hasta que mi suerte me llevó al más desagradable reencuentro: allí se encontraba nuevamente, sin notar mi observación, y como era de esperarse, estaba con alguien más, igual o más joven que yo, llevando a cabo el mismo ritual que me causó tantos desvelos, que creí único: bravo, ingenuo, bravo. Bien lo escribió el autor español "Alas" Clarín, citando a Shakespeare, en su mejor narración: "Estos jóvenes pálidos que no beben vino acaban por casarse con meretrices", adaptado a este caso, con proporciones guardadas. Así es su vida, ¿y por qué no? Era libre de hacerlo: pajarillo de blancas alas.


... Desearía decir que el relato terminó aquí, que la dignidad se mantuvo fuerte hasta el final, pero quizá la debilidad confabuló nuevamente con la casualidad, y tuvo que pasar casi un año más para que, después de no habernos visto, la coincidencia de nuestros caminos se diera en otro plano, ahora en el atardecer, claro, de lunes a jueves, por lo que de alguna manera ya conocía bien su horario de trabajo sin saber su nombre: y esta vez, sin pensarlo más y con una mirada convenenciera al pasado, fui yo quien decidió seguir su camino y hablarle:
                                              
-¿Cómo has estado? Es curioso volvernos a encontrar.-     
         
Tomé por sorpresa su andar meditabundo y se asustó -¡Perdón! No quise espantarte- una leve risa salió de mí al ver una reacción suya que no me había tocado presenciar.

-No te preocupes, me sorprendiste, claro que te recuerdo, es bueno verte ¿qué edad tienes niño?-

Su voz, algo nuevo para mí, sugería despreocupación, pero estaba claro que al decirme niño no quiso creer los años que tenía...

-Aún así -respondió- casi te doblo la edad, ¿seguro que quieres intentarlo todo conmigo? Aquello que vivimos antes no se compara en nada con lo que podemos hacer.-

"Y sonreía al pasar de los mirones, bajo de aquel farol, noche tras noche..."

¿De verdad quiero esto? ¿tanto lo necesito? Como hombre, bien dice el estereotipo, no debería pensarlo mucho; pero notó mi inseguridad y tomó una rara postura en cuanto a darme consejos se refiere, como si fuera un hijo suyo (¿tendría hijos?) Ninguno, sin compromisos, afirmó. "Cuídate, protégete, podrías disfrutar más si buscas a alguien de tu edad..." bla bla bla...   Entonces ¿qué rayos fue lo de años atrás? Y para terminar con las contradicciones, me pidió mi número para seguir en contacto "¿quién dijo que no tengo interés en ti?" Algo en mí mantuvo el ceño fruncido, pero el resto no pudo ocultar la inmadura  y testaruda emoción del "¡por fin, después de tantos malditos años te armaste de valor!" Y así fue como nos empezamos a desconocer, casi en la puerta de su casa nos despedimos, no pasó nada ese día, sólo la promesa de lo que podría pasar...     

Me compartió de todo: relatos soeces, imágenes explícitas (estéticamente bien cuidadas, debo reconocer que la fotografía y el modelaje eran virtudes suyas) y fue asediando a los devastadores entes del deseo, hasta hacerlo desbordar:

-"Hoy tengo ganas de ti, ya tomaré después mis precauciones..."      

-Ok, adelante.

Con hormona al máximo y neurona al mínimo salí, obseso, rumbo a su hogar, y después de esperar tanto, su aparición no se dio... Un mensaje suyo me gritó la estupidez que estaba haciendo, escribiéndome: "Vamos, hombre, te dije que buscaras a alguien de tu edad, ¿qué intentas? ¿Estás acosándome? Cuidado"    
  
"...Se le acabó el color,  y hasta el aliento..."         
    
Ahora el acosador era yo, 'pobre pajarillo'. Yo, Sinuhé el Egipcio, encontré a mi NeferNeferNefer, yo, mosca sabia, encontré a mi Musca Vomitoria... pero antes de terminar empobrecido y aplastado como mis dos héroes de ficción anteriores, decidí marcharme, decidí eliminar su contacto, decidí recapacitar hasta dónde la fantasía del deseo carnal es capaz de llevarme, una trampa mortal, para haber creído que era libre dentro de una nueva jaula, títere de sus caprichos...Ese no era yo, había demasiado qué perder y fue claro desde el principio, sólo que el enervante frenesí no me dejaba verlo claramente. Me fui sin retroceder.                                                                                              
Si bien nuestros caminos han vuelto a coincidir después, son muchas y muy fáciles las formas de evadirte, y como cualquier persona, seguí mi andar ignorándote, ya no necesito que te quedes. Aprendí de ti, pajarillo, que debo tener cuidado con lo que deseo, pues no siempre sé exactamente lo que quiero y que, como el Marqués de Sade escribiría: "mejores campos hay donde puedo hundir mi arado".  


"Se llamaba... No sé... Y sonreía.  
Y era un pajarillo de blancas alas, 
de balcón en balcón, de plaza en plaza..."

**Telón**

La canción telonera:

"La mosca sabia", de Leopoldo "Alas" Clarín

domingo, 29 de marzo de 2015

"LOS ENMASCARADOS SIN ROSTRO"... Y YO


La ironía de encontrar intimidad en un sitio con acceso mundial tal y como lo es un Blog... Me agrada la idea, peores cosas he hecho, y tal vez esas cosas se me ocurra compartir con bombo y platillo a quienes gusten leerme, todo está en ir asumiendo dicha postura de escritor furtivo, explorando la versatilidad de mi entorno: emociones, sensaciones, decepciones, arrebatos y reflexiones... Puede haber todo y nada a la vez.

Con empeño escribiré a quienes me conocen, a quienes no me conocen, y a quienes creen conocerme; quizá después de toda esta labor de re-conocimiento, quien termine desconociéndose sea su servidor; en fin, ya tendré tiempo de encontrarme para perderme de nuevo.          

Escribir me gusta, al grado de apasionarme y de impregnarle tanto estilo propio como narcisismo agudo en aquello que escribo, es un placer e ir aprendiendo a hacerlo mejor cada vez, hace que dicho placer suba más y más, desbordando el calor convertido en letras conspiradoras de la mente para desatar imágenes y desafiar sensibilidades de manera obligada.

Otro de mis grandes gustos es el estudio de la matemática, tengo el privilegio de analizarla en su más pura y teórica expresión. Una de sus muchas enseñanzas consiste en que no puedes decirte capaz de conocer algo si ignoras su definición, alguna equivalencia y su representación; debes saber definirlo, e intentando aplicar este pensamiento en la humanidad, debería comenzar conmigo mismo:



¿qué me define? ¿Cómo soy? Alguien raro, distraído, despistado, ególatra, voluntarioso, dedicado,  obsesivo, asertivo, amigable, líder,  cortés, espontáneo, introvertido, ácido, dramático, histriónico; y a esto añado la involuntaria capacidad de contrastar por momentos los rasgos de mi personalidad antes descritos: un ser potencialmente contradictorio, en gran medida incoherente, con la humildad de saberme con mucho por aprender en diversos aspectos de la vida, y con el orgullo de considerarme poseedor de un trayecto virtuoso en la misma.

Muchos dicen "me rehuso a usar etiquetas, yo no juzgo" y casi puedo asegurarles que son los primeros en hacerlo, empezando por ellos mismos; prefiero no -volver a- jugar a la doble moral, los adjetivos anteriores no terminan de describirme y me alegra que no lo hagan, pero abarcan tanto que sería mentira el negarlo. Lo mismo ocurre con todos los seres humanos, al menos los que he visto: juicios y etiquetas, no los modelan por completo "no somos tan simples" pero nadie dejará de usarlos, todos vivimos siendo juzgados, y ya sea en mayor o ínfima medida, hay razón en el juicio de cada quién, y si todo se reduce a unos cuantos adjetivos, entonces "no somos tan complicados". Más aún reconociendo el popular arte de las máscaras entre las personas: desde el empobrecido y mediocre fingimiento, hasta la magistral y soberbia interpretación, ante ese monstruo llamado sociedad.



¿Qué quiere la sociedad de mí? Quiere a varias personas, no sólo a una, "roles sociales" los llaman. Ustedes saben: un hijo de familia, de quien lo más aceptable sería que a futuro forme una nueva; un estudiante destacado, o cualquier estudiante, total, con que parezca que hagas algo es suficiente a corto plazo; un trabajador incansable y ejemplar, si acaso encuentra trabajo; y aparte, un consumidor, en toda la extensión de la palabra, que nació para sus consumos y morirá por los mismos. Y después de todos estos roles, de todas estas máscaras, ¿dónde queda nuestro propio rostro? "Debajo de ellas, tonto" dirán. Pero, una vez acostumbrados a ser cubiertos por la apariencia ¿pueden mostrar su rostro sin ellas?
La respuesta, dada por la experiencia, es  "no". No es tan fácil, te sientes vulnerable, tus máscaras se han vuelto escudos y temes salir herido. Pero no todo está perdido para los "humanos sin cara" que nuestro modus vivendi hace de nosotros mismos; hay dos factores que desafían esa zona de confort por el bien de nuestros sentidos:



1) Personas que no teman despojarte de las máscaras que lleves puestas,  motivadas por la confianza, la amistad, el amor, o simple insistencia (¿a quién no llega a gustarle ser objeto de interés de alguien más, aunque detrás de su interés no haya algo mejor?). Hay que reconocer que es casi imposible mostrar el rostro real por voluntad propia, que alguien te haga hacerlo es porque supo conocer los nudos que atan cada careta a nuestros cráneos, para ir suavizando las ataduras requieres tiempo y  paciencia, pero lo mejor es cuando te dejas ver por primera vez y la persona, antes de dejarse llevar por la decepción, se adentra en su observación, y ahí comienza a ser genuino el poder decir "te conozco"...Yo también he quitado máscaras y entiendo las dificultades, muchas veces dan ganas de huir despavoridos ante lo que encontramos, pero insisto, quizá valga la pena ser paciente y resistir, no siempre sabes cuándo terminan las máscaras y empieza el rostro verdadero, es fácil ser engañado por eso.

Las extremadamente pocas personas que me han quitado mis máscaras al menos un instante, se han convertido en seres importantes para mí, me han ayudado a saber qué se siente estar libre, una máscara pesa, al cabo de un rato te cuesta respirar con ella puesta, y por muy buena que sea, cuando te la retiran, por más miedo que tengas de lo que pueda pasar, por más que esos miedos se vuelvan realidad, sentir alivio es inevitable, terminas agradeciéndolo, sin importar que esa persona no haya sabido acostumbrarse a verte como nunca antes lo había hecho y haya decidido alejarse sin desear comprender la abstracción del lienzo en tu faz.

y 2) A veces no son sólo personas, son situaciones en la vida, casi siempre las más extremas y radicales, aquellas que te recuerdan lo frágil que es, o lo realmente dura que se puede tornar, las que sí logran que tú mismo te despojes de disfraces, en momentos como esos ¿de qué te sirven? Vas a enfrentarlos a cara limpia o invariablemente mostrarás evasión, y la lucha se habrá perdido antes de empezar. La sensación de gratitud ante tal experiencia, aún enmedio de la oscuridad, se hace presente, en primera instancia no se entiende, pero existe y es de lo más valiosa.

Por tal motivo, mi andar por la vida encuentra una de sus mayores motivaciones en el hecho de salir con mis mejores y más pulidas máscaras, esperando ser encontrado por alguien o algo que sepa no sólo ver a través de ellas, sino que aprenda a quitarlas o que me impulse a hacerlo. Y a su vez, espero ser yo ese alguien para ciertos enmascarados cuyo vínculo y acercamiento me brinde luz verde para intentarlo, no me interesa hacerlo de forma masiva, dejaría de ser especial y la verdad sí existe gente tan a gusto con sus apariencias que no despiertan la más mínima curiosidad por culpa de las barreras de su superficialidad, pero si he podido acercarme a ti, déjame intentarlo y dejaré que lo intentes, quiero que, por al menos una vez, los aires de la vida rocen nuestros verdaderos rostros, las caretas seguirán ahí, la sociedad las exige y te hacen ganar dentro de ella si las sabes utilizar, pero en nuestro pequeño escondite de todo este sistema, quiero verte libre para mostrarme la luz y sombra en tu semblante auténtico, quiero sentirme libre al mostrarme así contigo, expuesto, pero a salvo. Las etiquetas y apariencias se quedan afuera, aquí dentro ¿qué somos? Somos lo que somos, no quienes aparentamos ser, y anhelo el privilegio de presenciarlo.  

Adelante, tenemos una vida para lograrlo, venciendo los temores que se presenten y corriendo los riesgos que merezcan correrse. Así, una vez que veamos nuestro rostro real, dejaré de pensar que bastan algunos adjetivos para describirnos, porque esa faz conecta directamente con el alma, y allí comienza la indescriptible infinidad.