Al iniciar el año, me propuse dedicarme de lleno a escribir... Mi tesis. Esto mientras me distribuía en los distintos proyectos de estadística y enseñanza de las matemáticas en los que formo parte. Pero ya que tengo un descanso, he decidido volver aquí. Además, este año ha sido tan novedoso para mí en varios aspectos, tan sorprendente, que me siento en necesidad de compartir en mi pequeño Blog lo que hoy leerás y un poco más.
¿La tesis? Bien, ahí la llevo, pero cambiemos de tema.
Fui a la Cineteca Nacional acompañado de un ser maravilloso, a quien también querré dedicar alguna entrada posterior con todo el amor que orgullosamente le profeso. Vimos "Maquinaria Panamericana", una película mexicana cuyo valor e intensidad radican en la sencillez de su argumento, además de una ambientación de los años noventa por completo entrañable. Te reseñaré sin lujo de detalle porque realmente me gustaría que la veas, y no por la letanía pordiosera de "apoya el cine mexicano" sino porque en verdad lo vale:
Maquinaria Panamericana es una empresa que vive tiempos difíciles, sin embargo, toda la planta laboral sigue sus días con una normalidad que en un solo día se extingue, al descubrir la muerte de su director.
Las emociones que viven, las decisiones que toman y todos los secretos que sobresalen a raíz de esta situación le dan un gran poder narrativo a la cinta; en verdad me conmovió y te la recomiendo.
Un eje temático de la historia es el duelo por la pérdida, incluso hay un personaje que lo hace expositivo. Quién diría que en la semana siguiente yo terminaría experimentándolo de manera similar: perdí, por primera vez, un trabajo.
De ahí el título de esta entrada. Mi "Maquinaria Estadística", donde hice mi servicio social y permanecí como becario en un proyecto de vinculación académico-gubernamental el año pasado. Éste llegó a su fin y seguí siendo parte del equipo, durante toda esta mitad del año había estado apoyándolos sin remuneración, por amor al arte y con la esperanza puesta en seminarios y solicitudes a proyectos donde mi nombre aparecería como colaborador. Podía permitirme ese costo negativo de oportunidad mientras estudiaba mi segunda licenciatura cerca del instituto, y ahí avanzaba con mi tesis. Por otra parte, una institución de enseñanza privada me daba la oportunidad, a través de mi querida Mecenas en la facultad, de ser asesor de matemáticas, lo cual me daba cierta estabilidad como para seguir regalando tiempo y esfuerzo en la espera de nuevos planes de investigación, así es la incertidumbre habitual de un aspirante a investigador; me recuerda a los artistas independientes que incluso tienen que empezar pagando para ser promocionados y poco a poco ganar terreno.
Desafortunadamente, justo en el "arranque" de un nuevo convenio remunerado con otra institución del gobierno, al inicio de esta semana me anuncian que yo quedo fuera; pongo entre comillas "arranque" porque ya habíamos empezado a hacer entregables dos meses antes, sin saber cuándo y cómo se firmarían los convenios para la liberación de recursos, de donde saldría nuestro pago. La razón: burocracia en su máximo esplendor. Hubo una auditoría al instituto, se sancionó por no controlar horarios de entrada y salida, y bajo esta nueva condición no pude adaptarme a su horario. A partir de aquí yo bien podría ser visto como un típico millennial antihorarios de oficina, pero la realidad es que en año y medio dentro del equipo, nunca habíamos trabajado con "checador de turno"; no había necesidad, los resultados se obtenían y la iniciativa se mantuvo hasta en los períodos de mayor presión. Esto fue volver a la old school, bajo el miedo de ser flagelados por la directiva de un instituto auditado con cuentas pendientes.
Ese miedo a quedar mal con un órgano administrativo ha permeado en toda la maquinaria; con este proyecto, vigilando segundo a segundo qué información se presenta y si la producción en serie tiene a todos los obreros laborando, hemos pasado de ser una unidad académica crítica y propositiva para convertirnos en un puñado de comparsas oficialistas, agachones y complacientes... O tal vez sea una percepción producto de mi desencanto, sin embargo, el nuevo convenio no dejó de darme mala espina desde el principio.
¿Por qué no pude adaptarme y simplemente obedecer? Bueno, este otro proyecto de enseñanza me ofrece la oportunidad de trabajar como profesor titular el próximo semestre, sujeto a la condición del número de alumnos inscritos. Cuando me dieron el formato para pactar horarios los situé lo más temprano posible, con el fin de salir de allí y continuar mi jornada en el instituto. Por desgracia, con el nuevo horario impuesto no llegaba ni corriendo. "Lástima, sigue participando." No conformes con la estocada, en un aire de "ni te creas tan importante" los jefes soltaron el alegato de que el diseño muestral que propuse era insuficiente, y que ha sido necesaria la intervención de todo el equipo para arreglar mi pichicato documento. (Tsssss) En mi defensa puedo decir que, con todo lo que han pedido que se agregue, el pobre documento está dejando de ser un diseño muestral para convertirse en una bitácora operativa del instrumento de medición a aplicar; mejor dicho, un "Querido Diario" de la Encuesta, y el problema con los diarios es que revelan intimidades escandalosas, cosas que, de saberse, corren el riesgo de estropear los planes y permitir intervenciones. Allá ellos y su gusto por la cantidad sobre la calidad, nadie es indispensable, así que confío encontrarán a otro actuario que les haga ver la gravedad del problema. Ojalá sea a tiempo.
Después de la observación sobre mi último trabajo, todo se redujo a "te quedas con la maquinaria estadística o te la juegas en el proyecto de enseñanza que igual y no se arma." Debía decidir ese mismo día, sin más tiempo que perder.
Fue más fácil tomar la decisión que anunciarla. Simplemente seguí mi instinto.
Luego de externarla, el investigador titular fue muy comprensivo, ofreciéndome integrarme en futuros proyectos; no tanto así su mano derecha, y en esta última semana he sentido su mala vibra a través de correcciones y decisiones caprichosas que incluso me hacen dudar si realmente domina conceptos básicos del muestreo. Caigo en predicamentos ya que no me gustaría que el equipo sufra las consecuencias de que no sean tomadas en cuenta mis observaciones; quienes lo integran son verdaderamente buenas personas, a pesar de que esta jefa intentara ponerme en su contra, inventando que ellos alegarían por mi "horario preferencial"... Sé que miente, porque ya ha usado con otros la estrategia de "el equipo dice" compensando su falta de carácter y su exceso de hipocresía para expresar una opinión personal. He debido confrontar cuando considero sus correcciones riesgosas para el funcionamiento de la metodología, y sus reacciones sólo me han demostrado su inmadurez e ineptitud para recibir críticas.
En fin, tal parece que es lo típico de un trabajo, sólo que lo vivo por primera vez, con toda ingenuidad, discrepancia, soberbia si quieren, ¿Por qué negarlo? Mientras tanto, esta última semana la he procurado disfrutar aún con esta serie de sinsabores. Cada vez está representando más un alivio salirme de un proyecto que me disgustaba, por más signos de pesos que tuviera en él.
Agradezco mucho la oportunidad de haber estado allí, y esto se lo debo a Paola, la compañera que confió en mis capacidades para hacerme parte del equipo. Ella, curiosamente, salió antes por circunstancias similares (mejores oportunidades cruzadas con imposibilidad de horario más una pizca de mala vibra), creo que ambos tuvimos grandes aprendizajes, principalmente el de luchar por estar donde quieres estar, haciendo lo que en verdad quieres.
Estoy en proceso de duelo, la maquinaria estadística seguirá adelante, y desde luego, yo también.
Finalizo, como es costumbre, compartiéndote una canción. La letra de Counting Stars resultó adaptarse a mi monólogo interno sobre este cambio en mi vida.
No a la publicidad engañosa.
Bueno, ya me desahogué, a seguir curioseando.
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