Han sido cuatro más los viajes de múltiples emociones y grandes descubrimientos los que he podido realizar, siguiendo las presentaciones de Matías Carbajal y su Jazz ensamble, con la labor a cuestas de cuidar, armar, desarmar y guardar el vibráfono, instrumento de percusión con el que mi entrañable amigo, el maestro Gustavo, forma parte.
Fue el primer punto del itinerario el Festival Cultural de Jazz en Zacatecas, justo en centro de la hermosa ciudad capital; siendo en mi vida la primera vez que visito dicho estado fue para mí un enorme honor y un gran deleite, además de todo el tiempo compartido en un viaje tan extenso dio lugar a que pudiera conocer más del entorno de los músicos, a quienes he llegado a admirar definitivamente, tanto por su virtud y preparación así como por su calidad humana, sencillez, carisma y aquella sorprendente camaradería. "Hemos llegado a sentirnos una familia" fue algo que acostumbraban mencionar, y la sorpresa para mí fue el cómo lograban hacerme sentir parte de ellos, sin mayor distinción.
La noche en Zacatecas fue un gran éxito, resultó muy satisfactorio y tuvo al público realmente contento con el proyecto de Matías Carbajal. Comentando más a detalle sobre su propuesta, en el CD "Parcours" -'recorrido' en francés- cada tema compuesto está dedicado a un lugar especial que ha visitado, desde el Mercado de San Juan (con los solos más aclamados en cada presentación que he visto) hasta una ciudad Islandesa, la segunda más relevante, llamada Hafnarfjördur (todos los presentadores sudaban al querer pronunciarla), entre muchos otros que tienen a bien transportarte a esos lugares mediante las características y emociones plasmadas en la composición de sus piezas.
Al día siguiente, desde temprano, era el momento de partir rumbo a Real de Catorce en San Luís Potosí; un viaje largo que culminó en el emocionante y sumamente extenso cruce del tunel de Ogarrio, el portal del pueblo mágico "ex-fantasma" tan contrastante con mi reiterado y voluble entorno urbano. Un paisaje maravilloso, la oportunidad de recorrer el pueblo pudo darse antes de prepararse para uno de los montajes más complicados; era un espacio reducido, al exterior, con un entarimado muy elevado a comparación de los que acostumbramos, por lo cual se requirió de maniobras especiales para ensamblar y transportar el nada trivial vibráfono; hubo ciertos detalles también con la ingeniería de sonido, algo de lo que he ido conociendo más poco a poco, dadas las condiciones habituales de la región era comprensible que resultara un tanto más precario que en recintos cerrados, después de notar los accidentales desajustes e informar de ello a los encargados, todo finalmente salió muy bien para el gusto del conjunto de expectadores conformado, en su mayoría, por la enorme afluencia turística del pueblo.
Algo singular de lo que comentamos mucho fue del pésimo servicio hotelero y restaurantero en Real de Catorce: desde el estrictamente racionado Tang de Jamón (confusión del joven mesero entre "jamaica" y "limón", sin posibilidad de tener la jarra en la mesa) pasando por la carne fría y los tacos de lechuga con nulas alternativas, una espera incómoda por habitaciones y un muy acotado tiempo de descanso por las razones anteriores; lo cierto es que al final esos detalles resultaron hilarantes más que irritantes. Mientras tanto, yo no cabía en mí de alegría en un viaje que jamás había pensado que podía realizar tan pronto; desde luego que tuvo sus fatigas y al tratarse de trabajo no estás exento de las preocupaciones inherentes a éste, pero nada le cambiaría con tal de haber experimentado toda la convivencia con un entorno tan desconocido como asombroso para mí, y qué decir de las noches, verdaderamente mágicas aquellas noches, fue la visión plena de estrellas en el firmamento, en los planos sublimes de lo literal y lo alegórico. Muy temprano, antes de que amaneciera, emprendimos el viaje de regreso al D.F. con cierto anquilosamiento después de tantas horas de viaje en carretera dentro de la camioneta, llegamos felices y en buen tiempo, retornando a nuestros lares.
Las dos presentaciones siguientes fueron en el Lunario del Auditorio Nacional y en FES Acatlán. La primera, por la noche y con la enorme gala de figurar como la celebración de 20 años de carrera artística de Matías, con una gran cantidad de invitados, temas de toda su carrera, cantantes, incluyéndolo a él, a Dulce Chiang (véase: Madame Chiang y Los Pelos de Gato); más músicos sorprendentes como el flautista Horacio Franco y muchas más figuras del jazz, la ópera y no sólo del entorno musical. Fue genial descubrir que quien estuvo a cargo de la composición de la música anunciante del consagrado programa mexicano de radio "Al filo de la Noticia" fuera nada más y nada menos que el mismísimo Matías Carbajal. Fue altamente conmovedor para él y para todos, verlo como ser humano en todas sus facetas, a sus amigos músicos como apoyos invaluables en su desarrollo, saber que aún hay mucho más para ellos en los proyectos que emprendan es algo que indudablemente llena de vida a su alrededor, poniendo en alto esa noble labor dedicada al arte.
La segunda y más reciente aventura... Sé que algunos amigos que están en FES Acatlán me reclamarán que no haya podido anticiparles que estaría en su magnífico plantel para invitarlos a dicha presentación, en el Teatro Javier Barros Sierra, la tarde del martes 2; lo siento mucho, sólo puedo decir a mi favor que este compromiso me surgió enmedio de una racha estresante de exámenes, proyectos e interrogantes existenciales, a tal grado que celebro tanto el poder llegar en una pieza a mi labor y que todas las piezas del vibráfono hayan llegado a salvo. Disfruté la intersección de dos entornos que han ganado genuina importancia para mí: el apoyo en la preparación de la música en vivo, y la comunidad universitaria, un público bastante singular, pues la interacción fue tal que la experiencia logró ser divertida y sagaz, cuán grato es ser sorprendido de esa forma, hubo gran belleza en esa tarde, un respiro digno para mis períodos de tensión académica, y otro gran éxito para el Jazz Ensamble.
He adaptado a mi pequeña historia el concepto que ha construído Matías en su más reciente producción. Todos tenemos nuestros respectivos "Parcours", rutas, trayectos, itinerarios, a veces son estos previamente planeados pero la mayoría de ellos suelen ser completamente dependientes del timón que la vida, el destino, Dios, o como más se identifiquen al nombrarle, se encarga de manejar. Si a principio de año alguien me hubiera anticipado, a manera de heraldo del futuro, que tendría todas estas anécdotas y conocería a personas tan valiosas en este ámbito, no habría tenido forma de creerlo, fue algo que surgió a raíz de presentarme ante una sola persona, sin esperar que esta persona terminaría presentándome a todo un mundo, a una asombrosa familia.
Es motivo de celebración cuando estos viajes nos hacen converger, el conocimiento aumenta y una gama de emociones complementa nuestro ser. No cabe duda que complace y enorgullece tener testimonio de convivencia con grandes maestros como lo son Jaet (la flautista Madame Gorgona), el baterista Mauricio Blass, el guitarrista Jorge Retana, el bajista Alfredo Landa (Dr. Jazz), y los saxofonistas Óscar y Jazzamoart, además de todos aquellos que junto a mí formaron parte del apoyo para hacer que las condiciones técnicas se cumplieran, con tal de que ellos reivindicaran la maravilla de transmitir su expresión artística.
En cuanto a Matías Carbajal, ver su realización personal en cada ámbito, la gran energía positiva que contagia, sus asombrosas animaciones de topología que ha hecho por computadora y el buen repertorio de chistes y bromas que surgían en el trayecto, son sólo unas pocas de todas las cosas que realmente me alegran mucho de recordarlo y escucharlo en su CD, me motivan a conducirme como él lo hace en mi propio camino, con determinación, ganas de mejorar y sin dejar de lado el agradecimiento franco a quienes me bendicen con su apoyo.
Y desde luego, muy especialmente, mi agradecimiento aquí va dirigido a esa primer persona de la que he mencionado, por la cual, de no ser por su existencia y empatía, vivencias como esta quizá me hubieran resultado imposibles: Gustavo, no sabes cómo agradezco, día con día, que te hayas animado a correr el riesgo de apostarle a este vínculo que hemos forjado, tan trascendente como exótico, tan digno de afecto, confianza y dorada complicidad. Aquí estamos y estaremos, para todo cuanto sea posible y cuanto más nos guste. Decir que "es un placer" es poco, lo cierto es que son muchos y son innumerables. Gracias en verdad por todo el vibrante fulgor.
Veamos entonces hacia dónde me lleva mi próximo recorrido, hacia dónde irán los suyos, espero sean más y más alto, pues definitivamente celebraré cuando coincidan otra vez.